El «desastre» del 20
Hoy, el estado de crisis y devastación es más que palpable. España se desmorona
Todo apunta al desastre. Como en el 98, España se sumía en una crisis política, moral y económica de efectos devastadores. Ahora, más de una centuria después, la historia se repite. Hoy, el estado de crisis y devastación es más que palpable. España se ... desmorona. Sus instituciones son atacadas desde el gobierno: la monarquía y la justicia. La economía entrará en estado comatoso después del otoño. La gestión de la crisis ha sido calamitosa. El informe publicado por la Universidad de Cambridge, cuyo director es un afamado activista de la izquierda, nos encumbra en el primer puesto de número de muertos reales, que superan los 50.000. El mayor número de sanitarios contagiados en todo el orbe. La mayor caída del PIB. Y quizás, y esto es cosecha propia, aderezado en una continua situación de falta a la verdad, la mayor transgresión a la lealtad institucional. Que los políticos mienten, es algo sabido, incluso admitido para mayor desgracia ¿Por qué no se nos dice la verdad, aunque sólo sea por el respeto debido a los muertos? ¿Por qué se mintió utilizando recurrentemente los dictámenes del “comité de expertos”, como fundamento y apoyo de las decisiones políticas adoptadas? En general, las mentiras son calificadas como intrascendentes o sin relevancia jurídica. Sin embargo, la recurrente falta a la verdad durante la gestión de la crisis sanitaria, sí que ha tenido relevancia jurídica. Encajan en el tipo delictivo previsto en el artículo 390 del Código Penal. El tipo queda circunscrito a la comisión del mismo por autoridad o funcionario público, en el ejercicio de sus funciones públicas. Este delito es llamado de mera actividad, sin exigírsele resultado. Es decir, se consuma desde el instante en el que se vierten las falsarias manifestaciones. Lo habitual es que sea cometido amparándose en un documento, alterado en sus elementos esenciales o simulando la existencia del documento. Este delito de falsedad documental (atribución al comité de expertos, el fundamento de las actuaciones políticas), es denominado como falsedad ideológica, siendo el bien jurídico protegido la seguridad del tráfico jurídico, la fe pública y la confianza ciudadana en las instituciones.
La idea que prevalece del 98 es que entonces se alcanzó el punto más bajo de la depresión económica, política y moral de lo que se creía que era la nación española. Sin embargo, no fue así. Los historiadores han querido conformar un especial guion del momento. Años atrás aludía Hayek en “Historia y política”, a la influencia de los historiadores en la opinión pública. Mucho más que la que ejercen los tratadistas políticos. Pero, hoy todos somos testigos de lo acontecido con ocasión de la pandemia. Por eso quieren reescribir la Historia. La izquierda y la “Memoria histórica” de ZP y el sub apéndice de última hora, de “Cum fraude” o la” Memoria democrática”. Aleccionar a la sociedad. Imposibilitar que cada uno lea, se nutra, discurra y se posicione. La libertad y el pensamiento único son incompatible por razones obvias. Ahora, somos testigos directos y cada uno debemos construir el relato, el de cada uno. Hoy, estamos insertos en una crisis de gravedad extrema. En lo económico, empezaremos a padecerlo en otoño cuando el sol deje de calentar y comience a hacer frio en la calle. En lo político, el derribo del régimen del 78 no llegará porque han llegado demasiado lejos ya. Los antisistema e izquierda radical, los golpistas catalanes y los separatistas vascos, los que agitan el árbol y los recolectores de frutos arbóreos, han puesto a prueba a los españoles. Ha sonado la “marcha real” en los telediarios. Emérito a la fuga. Se marcha y se exila. SM Don Juan Carlos nos abandona temporalmente. La toxicidad del aire hispano es irrespirable. Ni la justicia española, ni la Suiza han notificado la situación de investigado. Se ha quebrado la presunción de inocencia. Desde 2014 deberá responder por sus actos. Será la justicia la que lo decida. Sólo admito la “Marcha real”, la Marcha de honor de Carlos III que por costumbre popular se impuso como himno nacional, interrumpido en el Trienio liberal de Riego y en la II República. La izquierda, la maldita izquierda del siglo XXI, comunista y bolivariana, quiere socavar el Régimen del 78, modificando la forma del Estado, por supuesto sin modificación de la Constitución. La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria. Sí quieren república, busquen mayorías parlamentarias para modificar la CE. Si no están jugando con pólvora.
SM emérito, quiero contarle lo que ocurre en Cádiz, por sí no tiene cobertura allá donde esté. Quieren quitarle una avenida. Nunca supe distinguir entre términos como imbéciles, estúpidos, idiotas, tontos, inteligentes, avezados…por eso que los extremos tienen a coincidir. Además, la intención es sustituirlo por “Sanidad pública”. Los promotores sí tienen cobertura porque son “gaditas” de pura cepa, mojarras, caballas caleteras, como “Cai no hay na” y en Cadiz hay que mamar. Añado a la retahíla la de “mamones”. La sanidad pública española era un mito. Según Lancet, destaca en “agudos” y trasplantes. Nada que ver en “crónicos” y en atención primaria. Sí a eso añadimos la intervención política en la gestión, hemos de concluir que era sólo un mito. Nada que ver con la realidad Muchos dicen que, terminada la década, estaremos como Brasil sanitariamente hablando. Y eso que los sanitarios españoles son excepcionalmente aptos y tienen toda mi consideración. Le sugiero un nombre a la Corporación: Avda. “viva el Rey y viva España”.