OPINIÓN

Contrastes

Cádiz hoy da pena, una ciudad entregada a la desidia.

El pasado miércoles sufrí un ataque de envidia. Sucedió durante la intervención de un periodista -en el programa de televisión ‘Con Acento Andaluz’- que dio un resumen de la buena salud de la ciudad de Sevilla.

Habló del acuerdo para ampliar las líneas de metro ... y tranvía. De los planes urbanísticos a desarrollar a lo largo de este año y que supondrán la construcción de casi seis mil viviendas. Comentó también que se había dado luz verde a la culminación de la circunvalación de Sevilla (la SE-40) y que se había desbloqueado el proyecto de ‘Sevilla Park’, un futuro complejo de ocio y comercial con un gran auditorio para conciertos y eventos deportivos que se levantará en terrenos portuarios.

No dejó aparte el desbloqueo del proyecto de la Ciudad de la Justicia, a construir en Palmas Altas (a las afueras de la ciudad). Según manifestó, el edificio estaría terminado en éste año. Y yo me acordé de la interesante propuesta que se lanzó en su para convertir las instalaciones de la Fábrica de Tabacos (Altadis) en una magnífica, accesible, útil y suficiente Ciudad de la Justicia gaditana. Proyecto desechado por las cortedades de miras de esos gobernantes en estado de desacuerdo sistemático con aquellas ideas que no lleven su sellito, por buenas e interesantes que sean.

Expresó el periodista que esa buena onda sevillana se debía a que, por fin, los distintos partidos políticos en liza en Sevilla se habían puesto a trabajar para desatascar los proyectos que interesaban al ciudadano, en lugar de enfrascarse en absurdas polémicas que no importan en realidad ni a quien se erige en portavoz de lo estéril. La ciudadanía percibía esa labor y arropaba a sus líderes en esa novedosa línea de trabajo y diálogo. Y todo ello hacía posible el milagro.

No vivo en Sevilla. Es una ciudad que amo y admiro, a la que visito mucho tanto por motivos profesionales como hedonistas. Y tengo grandes amigos allí. La mayoría lanzan suspiros por Cádiz, pero ninguno recoge el guante cuando le ofrezco cambiar de papeles. A pesar de que vivo muy cerca de la playa.

La capital de Andalucía tendrá problemas mayores que los que podamos experimentar en esta isla olvidada, pero disfrutan sus vecinos de una ciudad mimada y amada, por ellos y por su clase política. Y de eso se trata. No se confundan: no es cuestión de dinero, ni de poderío empresarial o boato político. Se trata de amor hacia los tuyos y ganas de hacer las cosas bien.

Y en eso estamos a Años Luz. Cádiz, hoy, da pena. Una ciudad entregada a la desidia. Conformista hasta lo inverosímil. Sucia. Con una clase política estulta, pacata y cerril. Que saca pecho por leer un folio escrito por otros en un insoportable pleno municipal, tras interminables horas de debate hueco, mientras la ciudadanía se pasea por calles pringosas y plazas y monumentos convertidos en zonas de acampada, sin encontrar salida al atolladero en que se ha convertido esta maltrecha trimilenaria gracias a tanto munícipe inservible que ha querido dejar su huellita en San Juan de Dios.

Pero no pasa nada. La comparsa está a punto de salir a escena. Verán qué pelotazo trae este año er Juaki. ¡Campeones!

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