La «chiqui Marishú» y Milton
Después del disparatado incremento del SMI, ahora los socialistas alaban la prudencia, después de un reguero de «majaderías» llenas de demagogia y dogmatismo, justificando lo contrario
La ministra de Hacienda hizo un «llamamiento a la prudencia». Indicó que la decisión que se tome, «siga impulsando el crecimiento económico, conteniendo que no se produzcan salidas de personas del mercado de trabajo». El mismo argumento de los economistas liberales para oponerse al salario ... mínimo interprofesional (SMI). Ya lo advirtió Milton Friedman, cuando dijo que «el SMI impide a muchas personas obtener un empleo». No hay mal que por bien no venga. Después del disparatado incremento del SMI, ahora los socialistas alaban la prudencia, después de un reguero de «majaderías» llenas de demagogia y dogmatismo, justificando lo contrario. En 2014, «cum fraude», disertó en «Mensajeros de la Paz» que, la subida del SMI era «una medida clave para que las familias con menos recursos, tuvieran al menos un ingreso mucho más digno con el que hacer frente a las obligaciones familiares». Hoy, la «chiqui Marishú», pide a la comunista ministra de Trabajo, exactamente lo contrario. O sea, que no se suba.
Los salarios dependerán del modelo económico. Y este sigue los derroteros del nivel de formación de la sociedad. La renta salarial de cada uno, dependerá en gran medida del tipo de trabajo que se haga. No hay Ley que exija pagar más a unos que a otros. Sin embargo, ciertas profesiones están mejor remuneradas que otras. ¿De qué depende esto? Al igual que casi todas las respuestas en economía, de la oferta y de la demanda. Para entender por qué unas personas perciben rentas salariales más altas que otras, debemos analizar cada uno de los mercados de los servicios que prestan.
La de Cabra, egabrense ella, dice ahora que «el SMI ya ha aumentado un 29% en los dos últimos años y debe existir un equilibrio entre proteger a los trabajadores y a la economía y sus empresas en una crisis». Aludió también, que el ritmo de crecimiento del SMI «tendrá que ser el que interese a los derechos de los trabajadores y a la protección de las empresas». Se le olvidó hacer autocrítica sobre las decisiones habidas relacionadas con la subida del SMI en un 29%. Los efectos más negativos y que tuvieron mayor visibilidad, fueron la bajada del número de trabajadores en alta en el sistema especial del servicio del hogar familiar y la espantada de trabajadores del sector agrícola. Dos sectores que exigen mano de obra y que la nacional no los abastecen. Motivo de ello, no les interesa trabajar en esas condiciones. Lo que unido a la aplicación de mecanismos protectores que distorsionan el mercado, el subsidio agrario por poner un ejemplo, permiten el trabajo a la inmigración. Hay españoles que pueden hacerlo, pero no quieren simplemente. La subida del SMI ha tenido un efecto perverso en ambos sectores de la actividad económica. El servicio doméstico satisface necesidades familiares vitales. El precio del trabajo tiende de esta forma a igualarse, entre el que lo realiza y el que realiza otro, que percibía un salario por encima, pero cercano a ese límite. En este caso comienza a existir un acicate negativo a trabajar fuera del entorno familiar. Peor aún, la persona mayor jubilada que necesita del auxilio de un tercero. Para poder seguir viviendo, exige abaratar los costes por la vía de exigir a la otra parte «sumergirse». Siendo el primer efecto palpable, la salida del sistema de Seguridad Social, lo que supone un «ahorro» cercano al 30%. Exactamente equivalente al importe de la subida del SMI, aplicable habitualmente en este sector. Lo comido por lo servido. Ahora bien, 130.000 trabajadores domésticos sumergidos. Y así podríamos seguir examinando otros sectores. Por cierto, una medida prevista en RD-Ley 19/2020 promulgado con ocasión de la crisis sanitaria, posibilitaba que extranjeros en España sin permiso para trabajar, lo hicieran en el campo para realizar las actividades agrícolas de siembra y recolección. Entre tanto 5 millones de trabajadores en ERTE´S y un sinfín de eventuales agrarios percibiendo el subsidio agrícola. Todo ello me indica que la política económica es absolutamente errónea.
Nos vendieron «un escudo social» y han conseguido el empobrecimiento generalizado de la población. La mayor protección social cuando se está en edad de trabajar, desde los 16 a los 70, es un empleo. El Estado del bienestar sólo es financiable si la población tiene tasas de ocupación que ronden el 100%. En caso contrario, no será posible y se hará definitivamente inviable el sistema de pensiones, que ya es hoy insostenible.
Siempre es momento de tomar medidas económicas acertada, porque en ello nos va nuestra renta y nuestra vida. Aumentar el salario mínimo es una pretensión de todos los políticos que lo venden como un logro de progreso y sensibilidad social. A mayor diferencial entre el porcentaje de subida del salario mínimo y la situación de equilibrio, mayor dificultad para que el mercado de trabajo se desenvuelva en situación de normalidad y se cree empleo, que es la medida más social que puede adoptar cualquier gobierno en situaciones de crisis. La subida del SMI ha generado desempleo, ha sumergido parte del sistema. Todo lo contrario de lo racionalmente pretendido. Por ello, propongo, aprovechar esa confluencia entre «la Montero» y Friedman, y todos los «desequilibrios» de naturaleza salarial, sean resueltos directamente con un impuesto negativo. Es necesario que todos trabajemos. Que el mercado funcione, también el de trabajo. Y sus efectos perniciosos sean resueltos como Milton Friedman propuso en la década de los años sesenta.
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