Cesar Augusto Feijoo y la monarquía parlamentaria
Los que hoy la aclaman junto al Cesar, ayer la habían mandado con los leones
Hace muchos años pregunté por el significado de afiliarse a un partido político. La respuesta: pensar, decir, hacer y ejecutar lo que el partido mande. Razones más que suficientes para no afiliarse a un partido político. Pensé entonces que «no tengo futuro, pero tengo razón». ... Supuse que la frase era mía, pero no. Me di cuenta que había escuchado esa frase a un liberal. Tenía toda la razón. Pero la vida política está llena de tópicos y estereotipos. Por eso, hoy más que nunca, hace falta decir las cosas como son. Hay que ponerse el mundo por montera y arrinconar para siempre eso que dicen llamarse «políticamente correcto». Les garantizo que lo hago a diario. Por eso mi mayor placer es acudir todos los días a medio día a la Barrita o al Lentisco y departir con mis amigos, con una buena copa de Tío Pepe y de paso brindar por España.
Ayer fue aclamado Feijóo por los mismos que lo hicieron por Casado, incluido éste. Casi el 99%. Menos mal que en el recuento no salió el 104% de los comparecientes. Me quedo algo más tranquilo. Nacido en Orense, parte de Gallaecia, originalmente el nombre con el que los romanos identificaron al territorio situado en el extremo noroccidental de la península ibérica. En el año 19 a.C. Cesar Augusto pacificó Hispania. Éste había sucedido Julio Cesar, exultante después de contar cada «batalla» con Cleopatra, recién salida del baño de leche de burra. Feijóo ha pacificado el PP en 2022. Éste sólo puede aspirar a darse un baño de leche de vaca, producto excedentario en Galicia. No sé a quién aclamaron más, sí a Cesar Augusto o a Feijoo. La diferencia entre ambos es que Cesar Augusto es nombrado emperador porque Marco Bruto asesinó a Julio Cesar. Y Díaz Ayuso había noqueado al falsario Casado y su tribu. Queda una de ésta (y eso que eran sólo tres) en la nueva que erige el Cesar gallego. Ten cuidado porque en política, los peores son los tuyos. Que se lo pregunten a Cayetana y a Díaz Ayuso. Los que hoy la aclaman junto al Cesar, ayer la habían mandado con los leones. Así es que Feijóo es Cesar Augusto, este último apelativo «atribuido por su condición de majestuoso y venerable».
Pero, me traía hoy aquí, la monarquía parlamentaria. España es un Estado cuya forma política es una monarquía parlamentaria. El sistema de gobierno se basa en la soberanía nacional, la división de poderes y un sistema parlamentario. Es un sistema parlamentario por el papel central que tiene el poder legislativo, las Cortes. El gobierno dirige la política interior y exterior. El Gobierno se compone del Presidente, de los Vicepresidentes y de los Ministros. La carta redactada por «Snchz» y enviada al Rey de Marruecos es desconcertante, sobre todo porque ni la conocía el Ministro de Exteriores, ni por supuesto el Consejo de Ministros. Estoy perplejo. Por la carta como tal, incluida su calamitosa sintaxis. Por eso presumí cuando la leí que, era de «cum fraude». Y llegué a pensar lo que el «doctor honoris fraude» piensa de sí mismo: «el Estado soy yo». Tantos besitos con Macron cada vez que se ven, que debe pensar que es Luis XIV.
Después de sus retoques estéticos, botox e hialurónico… y sabrá Dios que más, cuando se mira al espejo, actividad que le ocupa casi todo el día, se ve coronado y en Versalles. Quiere ser como el Rey de Francia y para ello le da por la baticola al español. Son celos, de eso no hay dudas. Celoso, presumido y con pocas dotes semánticas y sintácticas, le convierte en peligro público. Me sigo preguntando ¿Por qué el ínclito de la Moncloa, se ha saltado todos los procedimientos y sobre todo la costumbre por congraciarse con un sátrapa desde los pies hasta la cabeza? Tratándose de Falconeti, no puedo pensar bien, es algo superior a mí.
Puedo pensar en el delito, en cualquier delito, en corrupción, desde futuras puertas giratorias, incluso en ser nombrado Jeque. A lo mejor lo nombra Mohamed representante del pueblo bereber en la Península, a las puertas de la Alhambra, para mayor deleite de las de «graná». Creo sin embargo que, ha vuelto a querer dar un golpe de efectos. «Me congracio con Alemania, Francia y EE. UU y me hacen un hueco en la Agenda internacional». Pero le ha salido mal y Argelia, nos sube sólo a nosotros el gas, que es exactamente lo que nos faltaba. Como aspira ser como el Rey Sol, en España ese apelativo lo tiene el Tío Pepe, sol de Andalucía embotellado.
Así es que aquí olvídate. Y, si recuerdan el grito de Penélope en los Oscar hace años: Pedroooooo, El mitómano de la Moncloa, pensaría que era él, se acababa de ver en el espejo. Sólo que se vio Antonio. Infiero de todo lo dicho que Pedro es Antonio, como Cesar es Augusto. La diferencia, aquel es un mentiroso compulsivo, la mentira como seña de identidad, un mitómano de una vez. El otro, aún no lo conozco lo suficiente.