Capacidad, esfuerzo y suerte

Las tres magnitudes referidas son difícilmente medibles. Sin duda, la evidencia nos dice que influyen o debieran hacerlo en la determinación de la masa salarial

Fernando Sicre

La evidencia nos dice que los tres conceptos son determinantes o debieran serlos a la hora de determinar los salarios. Supongo que la evidencia basada en la razón es algo ajena a muchas de las negociaciones colectivas al uso. Hemos padecido la sinrazón, dado la ... falta de razón días atrás. Las personas se diferencian por sus atributos físicos y mentales. La fortaleza, la debilidad, la inteligencia, su ausencia, la habilidad, la torpeza…todas ellas determinan la productividad de los trabajadores individualmente considerados. Todos ellos determinan la capacidad natural de cada uno al trabajo. Directamente relacionado con la capacidad está el esfuerzo. Unos se esfuerzan, mientras que otros son perezosos. Lo normal será que aquellos que más se esfuerzan sean más productivos que los otros que lo hacen en menor medida. Las empresas competitivas deben determinar la masa salarial en función de lo producido por cada uno.

También influye la suerte de cada uno, como todo en la vida. Así, por ejemplo, si una persona adquiere unos conocimientos aplicables a sectores en auge, con ventajas competitivas en el mercado, podrán fijar salarios superiores al de aquellas empresas con objetos productivos desfasados que son poco demandados por el mercado. El bajo salario de estos trabajadores se debe a la suerte qué duda cabe. Las tres magnitudes referidas son difícilmente medibles. Sin duda, la evidencia nos dice que influyen o debieran hacerlo en la determinación de la masa salarial. En España, se aprecia cierta tendencia cuando es gobernada por la izquierda, a una homogeneización e igualitarismo de la sociedad en general (todos pobres e iguales). Ese es el motivo entre otros, por el que se pretende dar prioridad aplicativa al convenio colectivo sectorial, en perjuicio del empresarial. Ni que decir tiene que con convenios que fijan la masa salarial como máximos posibles, considerando la estructura de costes del sector, no de cada empresa, las posibilidades de la utilización del contrato como elemento de fijación de los salarios de manera individualizada, en la que los tres parámetros sean utilizados en su fijación y por ende aspirando a conciliar cuantitativamente los mismos con la productividad de cada trabajador, se hace muy difícil.

El mercado de trabajo en España es absolutamente ineficiente. La tasa de desempleo asciende al 15,6% (la media UE es del 7,2%). La tasa de paro de los menores de 25 años es del 38,3% (la media de la UE es del 16,8%). La tasa detemporalidad es del 24,2% (la de la UE es del 13,3%). En consecuencia, la España de la Champions League de la economía como la llamaba ZP y la de «la que nadie se quedará atrás», como reiteradamente la denomina «Snchz», es la que lidera el paro y la temporalidad. Y es sabido por todos que, la mejor política social es la que genera empleo ¿Dónde está ese escudo social que con tanto ahínco ha repetido ‘cum fraude’ que es seña de identidad de la izquierda de este país? El mercado laboral español, aquel que se pretende construir desde «esa cosa» llamada ‘Diálogo social’, a través de la ‘Concertación social’ que, no es otra cosa que tener contento a los sindicatos más representativos y a la Patronal de similares características, construido en los comienzos de la Transición, por la necesidad imperante entonces, pero que hoy debiera reconsiderarse en toda su dimensión tal y como se la conoce. Y ello es así, porque aquellas negociaciones del tipo indicado, de corte institucional por añadidura (Pactos tripartitos o aquellos bipartitos dispuestos para ser normativizados sin más, renunciando el poder político a asumir la responsabilidad que le asiste y que debe asumir como legislativo), sólo protege a los que tienen empleo indefinido y si me apuran a los que lo hacen a jornada completa. Quedan huérfanos de protección los temporales, muchos a tiempo parcial y sobre todo los desempleados.

La política económica auspiciada por el Gobierno para intervenir en la economía del país y alcanzar los objetivos que un Gobierno decente debería siempre considerar, adolece de la ortodoxia económica necesaria para alcanzar el crecimiento económico, la estabilidad de los precios y el pleno empleo.

Artículo solo para registrados

Lee gratis el contenido completo

Regístrate

Ver comentarios