Opinión
Apalogeta
El prólogo del Manifiesto, producto de la demagogia y «la mentira histórica», es un panfletillo como lo prologado, cursi y «recursi» discurso que se realiza en defensa o alabanza de un medio cuyo fin era la implantación de la dictadura del proletariado
La Apología de Jenofonte fue una obra escrita por éste para tratar de aclarar algunos aspectos sobre el juicio y muerte de Sócrates. La obra, a modo de discurso, alababa, defendía y justificaba al filósofo, de forma encendida y vehemente. Jenofonte fue una autoridad sobre ... la vida y obra de su maestro Sócrates. No lo prologó, lo escribió. Es una de las sutiles diferencias con la apologeta contemporánea de última hora del comunismo, la sra. Ministra de los ERTE’s. Recuerdo el día de su explicación en el Telediario en plena pandemia, junto a mis nietos de dos años. Se enteraron de los ERTE’s exactamente igual que yo, o sea, nada.
Ahora ha decidido prologar el Manifiesto comunista con un propósito: «arrojar luz sobre nuestro mundo». Un mensaje tatuado, escrito con «tinta indeleble» dice, para que jamás se borre y las atrocidades cometidas a su costa perduren en el pensamiento del futuro de la humanidad. Digo yo que será ese el objetivo, aunque puede ser que no. Efectivamente, rotundamente no, según ella. Su condición de apologeta del comunismo indica todo lo contrario-.
El texto de Marx y Engels, visto desde la perspectiva filosófica e histórica, es uno más de los muchos textos escrito a lo largo del tiempo. Su importancia radica en una nueva concepción ideológica, ligada a una filosofía y un método diferente de los utilizados al uso hasta entonces, en la Economía Política clásica que podía conducir a una articulación nueva de los materiales ofrecidos por la realidad, en una interpretación del capitalismo. Manifiesta en el prólogo, la condición de ‘utopía’ del panfleto, en el que recalca «la apasionada defensa de la democracia y la libertad» que en él se hace. Lo que es absolutamente incierto.
Precisamente, el concepto de utopía significa proyecto, deseo o plan ideal, sugestivo, producto de un sueño, fantasioso para la comunidad, que es muy improbable que suceda o que en el momento de su formulación es irrealizable. Sigue el relato incidiendo en su condición de «perdurable» y que «consigue retratar la realidad y transfigurarla». Es ahí donde reside el problema planteado por el afamado panfleto, porque esa es la condición literaria del documento, una vez leído y releído.
Ha sido utilizado como instrumento, como medio para justificar el fin del genocidio más importante de la historia de la humanidad, con más de cien millones de asesinatos. Eso es el pasado comunista, con la puesta en práctica de las tesis del Manifiesto, ejecutadas por Lenin, Stalin y Mao. Hoy, solo tenemos que ver lo que ocurre en Cuba, Venezuela, China y Corea del norte. En España, el secretario general del PCE, ha sido el letrado y representante de las FARC. El movimiento guerrillero de las FARC-EP fue fundado como el brazo armado del Partido Comunista de Colombia en 1964. Ha seguido el mismo camino que el implantado por Sendero Luminoso en Perú que, ahora el títere del sombrero blanco, Pedro Castillo pretende blanquear con su partido de izquierda marxista.
El prólogo del Manifiesto, producto de la demagogia y «la mentira histórica», es un panfletillo como lo prologado, cursi y «recursi» discurso que se realiza en defensa o alabanza de un medio cuyo fin era la implantación de la dictadura del proletariado, la consiguiente desaparición de libertades y derechos, lo más próximo al infierno terrenal, que sucumbió en 1989, relatado por Fukuyama como el fin de la historia y la emergencia y triunfo de la democracia liberal, y del sistema de economía de mercado.
Los países que tenían sistemas autoritarios y economías intervenidas se han transformando y se han adaptado a los patrones de los países democráticos occidentales. Utopía convertida en realidad: democracia liberal y economía de mercado. Exactamente la antítesis de lo preconizado en el Manifiesto. Considerándolo como un medio para un fin más que espurio (falso, ilegítimo o no auténtico), lo único con lo que puedo asemejar semejante panfleto es con otro de infausto recuerdo, execrable también donde los haya: ‘Mein Kampf’. Dios los cría y ellos se juntan. Memoria histórica de verdad.
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