OPINIÓN
Tío Fernando
Yo recuerdo haber buscado en la profundidad de sus ojos azules, como ese Mediterráneo que le vio nacer, las turbulencias de un marino de guerra perdido entre dos banderas
Recuerdo con cariño a ese marino delgado y alto más parecido a un niño grande que al vicealmirante Fernando Corominas como se le conocía cuando no jugábamos en el jardín de mi casa gaditana con los soldaditos de goma. Hermano chico de mi abuela guixolenca, ... gentilicio de los naturales de la Sant Feliu de Guíxols, localidad costera del Bajo Ampurdán, en la Cataluña profunda solar de esa rama de mi familia con treinta y dos apellidos catalanes, circunstancia realmente escasa ya que el territorio acogió una fuerte inmigración procedente de Francia en el siglo XVIII a causa de una hambruna que por entonces padeció el país vecino. Pensar ahora en él despierta una cierta perplejidad entre personaje tan bondadoso y la rudeza de un oficio que había atravesado las terribles vicisitudes de la guerra civil. Mi relato sobre sus peripecias procurará ser fiel a la realidad o, en todo caso, mis recuerdos personales , lo cual viene a ser lo mismo.
Cuando se produce el levantamiento militar contra la república Fernando Corominas Gispert era oficial del Cuerpo General de la Armada, en ese momento la mayor parte de los oficiales y jefes de la misma estaban implicados en la rebelión, si bien los suboficiales y la marinería controlaron la situación de manera que la República conservó la práctica totalidad de la flota. El sevillano Miguel Buiza Fernández-Palacios y tío Fernando, ambos por entonces capitanes de corbeta se mantuvieron leales al gobierno de la nación. Buiza fue nombrado almirante jefe de la flota republicana, mientras que a tío Fernando se le encomendó la base de submarinos localizada en Cartagena. A partir de ahí el destino de ambos marinos fue muy diferente . Buiza permaneció hasta el final de la guerra leal a las autoridades republicanas. Finalmente entrega los barcos al gobierno de la República Francesa en la base naval de Bizerta, en Túnez ingresando después en la Legión Extranjera con el grado de capitán, participando en la Segunda Guerra Mundial tras la cual se le concede la alta condecoración conocida como Legión de Honor. En 1947 participa en la Operación Éxodo que transporta contingentes de judíos a Palestina para la fundación del Estado de Israel, epopeya que recoge la película de Otto Preminger en 1962, protagonizada por Paul Newman.
Si la trayectoria de Miguel Buiza se caracteriza por la lealtad, la de tío Fernando se pierde en una nebulosa cuyos pormenores desconozco pero que acaba por desertar de la Armada Republicana para incorporarse al bando que finalmente ganó la guerra. Creo haberle escuchado que justificaba aquella historia porque siempre participó de las ideas del alzamiento y el tiempo que permaneció al servicio del gobierno republicano lo hizo actuando como espía. Yo recuerdo haber buscado en la profundidad de sus ojos azules, como ese Mediterráneo que le vio nacer, las turbulencias de un marino de guerra perdido entre dos banderas. Tal vez por eso abandonaba el salón donde los mayores jugaban al bridge para unirse a la pequeña banda libertaria de sus desalmados sobrinos ingenuamente irredentos. Con ese pequeño grupo de proscritos llegó a comportarse como uno más y algo de su liberalidad poco común entre marinos de su rango también se deslizaba en alguna conversación que escuché en el circulo de los mayores. Comparaba las revoluciones soviética y francesa, si bien tras un baño de sangre ésta aportó los principios de la democracia moderna, el pensaba que la soviética acabaría por dejar una herencia de socialdemocracia avanzada.
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