Montiel de Arnáiz - OPINIÓN

FELIZ HELLOWEEN

Nos ha salido una mezcla diabólica de Karpov y Kasparov, el amo de la apertura italiana

Puestos a elegir entre Halloween y Holywin, yo siempre me quedaré con Helloween, los rockeros del 'I Walt out', por aquello de la autenticidad y su virtud, al menos a la guitarra. Cuando lean este texto Mariano Rajoy habrá clamado ya aquello del Jaque

Mate o quizás lo del punto, juego, set y partido. Todos los que le criticaban han de meter ahora su cara en la tierra cuál avestruz de entretiempo. Nos ha salido una mezcla diabólica de Karpov y Kasparov, el amo de la apertura italiana, cuando algunos miopes le acusaban de no pasar del peón cuatro rey. Pedro Sanchez se ha dado un baño de dignidad con una regadera de las que usan los infantes en la playita, que echan poca agua y aguantan los envites, pero más bien poco, en el caso de Pedro que, a diferencia del ya presidente del gobierno, es mal estratega y no asume sus errores en plan yo no mandé a mis barcos a luchar contra los 'elementos'... estos.

Dice Pablo Iglesias que hay más presuntos delincuentes dentro del Congreso que fuera, en la calle; espero que no lo diga por el número de sus feligresionarios (mezcla de feligreses y correligionarios) que se ha quedado a cubierto en vez de rodear el edificio, que debe ser algo así como un Falete legislativo y parlamentario. Yo comprendo a Rivera, cazado en un ataque de sincera espontaneidad. Ayer debían haber acudido al hemiciclo los de Ciudadanos disfrazados de payasos asesinos, ataviados de cruces de Borgoña con las que espantar -cuál Van Helsing a Drácula- al chico rebelde de la coleta, ése que clama por los derechos de la 'gente' guarecido en la doble moral de una cartilla embutida de billetazos.

Quizás sean cuatro años los que le resten ahí a Mariano, o puede que dos. Le han advertido ya sus aliados y los que le han dejado entrar como César en Egipto, entre timbales y laureles, al trono gubernamental, que no le van a pasar ni una. Esta legislatura se avecina llena de payasos diabólicos de esos que asustan a los niños en las carreteras que terminan en 66, de brujas aforadas, de zombis irredentos que se resisten a la putrefacción y de feos de máscara y gomilla que creen que la autoridad se gana a base de chequeras. En definitiva, y como decía Helloween, nos encontramos ante un nuevo curso fabricado por el 'Doctor Stein', sobrenombre de ese absurdo D'Hont que nos asalta tan de tanto en cuanto, últimamente, y que es el único monstruo que me asusta en esta noche de cada vez menos difuntos.

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