Opinión
Semana Santa
Toca volver a coger los itinerarios, buscar esquinas, elegir el lugar o los lugares adecuados, que todos los pasos tienen varios sitios especiales donde mejor disfrutar de ellos
Parece mentira que, por fin, estemos viviendo una Semana Santa como las de toda la vida, incertidumbres climatológicas incluidas. Así que toca volver a coger los itinerarios, buscar esquinas, elegir el lugar o los lugares adecuados, que todos los pasos tienen varios sitios especiales donde ... mejor disfrutar de ellos, cruzar los horarios para no perderse una salida, estar a la hora en la recogida de otra, y buscar entretanto a una tercera, o a una cuarta. O sentarse en una silla para ver de seguido todas las procesiones. Si no somos de estos últimos, también habrá que, con tanto ajetreo, elegir los momentos y los sitios para tomarse un descanso y algo más. Al fin y al cabo, para la gente que trabaja en la hostelería la vuelta de la Semana Santa llega como agua de mayo. En definitiva, volver a disfrutar de esta Semana tan especial, eso sí con todas las precauciones posibles porque la mala racha se sigue resistiendo a hacer mutis por el foro. Así que para los que han desechado ir a la playa o alquilar una vivienda rural, ha llegado el momento, largamente esperado, de vivir de nuevo el tiempo de Pasión con las imágenes en las calles y plazas tras el pistoletazo de salida que el pasado Domingo de Ramos diera la Borriquita. Es difícil clasificar la Semana Santa. Para los creyentes, la representación de la Pasión; para los hermanos de las cofradías, incluidos los ateos que también los hay, algo difícilmente descriptible por lo emocional. Para la mayoría, también una manifestación cultural, artística y popular que, año a año, se repite sin perder una pizca de emoción y frescura. Y, para aquellos a los que no les gusta la Semana Santa, la posibilidad de tener unos días de vacaciones. Así que todos contentos. Hoy, Martes Santo, y si el tiempo no lo impide, veremos salir al Cristo de la Piedad de Santiago y a Jesús atado a la Columna desde San Antonio, acompañados ambos por la imagen de sus Vírgenes de las Lágrimas, o al Ecce-Homo con la Virgen de las Angustias y su escuadra de romanos traspasando las puertas de San Pablo. También tendremos en la calle al Caído y a la Virgen de los Desamparados con las coloridas becas universitarias, aunque sin pasar ya por el Parque Genovés, tradición perdida mucho antes de la pandemia y, olvidados ya los tiempos de madrugada del Jueves Santo, al Cristo del Mayor Dolor y a la Virgen de la Salud, Sanidad, la hermandad que es también la de los sanitarios, esa gente que, aunque tampoco tuvieron procesiones, si asistieron a una Pasión inesperada que esperemos no vuelvan, no volvamos, a experimentar. Y así hasta el próximo domingo, cuando las imágenes vuelvan a ocupar su lugar en las iglesias y nos olvidemos de la Semana Santa para ir pensando en las ferias y en la final del Falla. En otros lugares, la Pasión en cambio se va a extender más. Empezó antes y sabe Dios cuando va a terminar. De hecho, ya dura tanto que ha cedido su protagonismo en las portadas de la prensa a los itinerarios de nuestras locales cofradías. En España no decoramos huevos de Pascua, y eso que son bonitos, para esconderlos y que los niños los encuentren el Domingo de Resurrección. Se trata de una tradición del centro y del este de Europa que, esta vez, en la ortodoxa Ucrania no se va a producir.