El saludable NutriScore
Como a todos nos preocupa mucho la salud, las cestas de la compra se van a llenar de señales verdes
Si algo tienen en común la factura de la luz y las etiquetas de los alimentos que compramos en el super es que hay que tener un máster de 120 créditos para desentrañar su significado. Mucho me temo que pasarán lustros hasta que alguien nos ... explique, de manera clara y convincente, por qué tenemos que pagar lo que pagamos por darle al interruptor o poner la lavadora. En el caso del etiquetado, un cuestionario realizado entre estudiantes de Nutrición concluyó que solo el 12% respondía adecuadamente a lo que, en términos de alimentos saludables, indicaban los envasados, pero en este último caso la Administración ha venido rauda a ayudarnos. Ahora tenemos el NutriScore, el etiquetado nutricional de los alimentos para que podamos elegir fácilmente los saludables y desechar los que no nos conviene ingerir. De esta manera, todos los alimentos envasados se clasifican en 5 categorías, identificadas con letras y colores: el A (verde oscuro) para los sanísimos, el B (verde clarito) para los simplemente saludables, el C (amarillo) para los ni fu ni fa, el D (naranja) para los nada recomendables y el E (rojo) para los que deberían ser prescritos de nuestra dieta. Loable intención la de aclararnos lo que debemos consumir; claro está que, como sabemos todos, el infierno está empedrado con buenas intenciones. El sistema se basa en un algoritmo que mide el aporte de energía, las grasas saturadas, los azúcares, la sal, las fibras o las proteínas, un método desarrollado por investigadores ingleses y adoptado por la Unión Europea; al fin y al cabo, quien duda de que como se come en el Reino Unido no se come en ningún sitio. Se nos advierte que, para utilizar bien el sistema, las comparaciones hay que hacerlas dentro de la misma categoría, signifique eso lo que signifique, o bien entre familias diferentes de alimentos que puedan sustituirse entre sí por consumirse en un mismo momento del día. Se me ocurre que esto querrá decir, por ejemplo, en el desayuno. Como a todos nos preocupa mucho la salud, las cestas de la compra se van a llenar de señales verdes. Y así, para el desayuno nos tendremos que olvidar del pan con aceite de oliva y del zumo de naranja, y pasarnos a la margarina, que la mantequilla tampoco puntúa bien, y a la coca-cola cero. Por supuesto, nada de jamón ibérico; en el NutriScore puntúa mejor el jamón de pavo. Y para la merienda, mejor la mantequilla de cacahuete, tan americana ella, que la tableta de chocolate con leche. Olvídense de las tortillitas de camarones y del atún de almadraba en cualquiera de sus presentaciones. Por supuesto, los quesos, incluido el gaditano payoyo, ni probarlos. Obviamente, Francia ha puesto el grito en el cielo con la nota de sus bries y sus camemberts, mientras que aquí los productores de aceite de oliva se han quedado ojipláticos. Con todo lo que presumimos en el sur de nuestros productos y costumbres gastronómicas y ahora vienen los anglosajones para ponerlas en solfa. Y es que la simplificación excesiva, como ocurre con el semáforo de NutriScore, tampoco resulta ser tan buena como sus intenciones pretenden. Porque, además, el comer se puede convertir en algo más que soso y aburrido, lo que, seguro, tampoco beneficia nada a nuestra salud, al menos a la mental.
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