La protección de los sanitarios
Hay tres tipos de mentiras: mentiras, grandes mentiras y estadísticas
Parece que Mark Twain fue el que se encargó de difundir el bulo que atribuía al que fuera premier británico, Benjamín Disraeli, aquella frase de: « Hay tres tipos de mentiras: mentiras, grandes mentiras y estadísticas ». Obviamente la Estadística es una ciencia muy seria ... y que exige una importante formación científica tanto para aplicar sus métodos como para la interpretación de sus datos. Cosa diferente es la comunicación pública de información estadística que, en no pocas ocasiones, es incorrecta cuando no engañosa, bien porque el que comunica, u ordena la comunicación, carece de formación o asesoramiento en la materia, o bien porque exista un interés, de cualquier índole, por manipular o enmascarar esa información. Basta recordar para ello las eternas polémicas sobre las encuestas preelectorales y los porcentajes deducidos de ellas.
Ahora que llevamos casi un mes y medio en Estado de Alarma , con elementos, según muchos juristas, de Estado de Excepción, nos hemos acostumbrados a recibir por la tele durante las comparecencias ministeriales, los datos sobre contagiados por el coronavirus, las cifras de personas que han requerido asistencia hospitalaria, y sobre el número de personas que, desgraciadamente, no han podido superar la enfermedad; también de los curados, aunque no sabemos de aquellos que también lo han hecho sin haber sido previamente diagnosticados. Y, como era previsible, surgen las polémicas sobre los datos ofrecidos, y especialmente sobre los criterios de inclusión en cada uno de los grupos, de manera que la gente se pregunta si cuando se da el número de contagiados se trata de una cifra real habida cuenta la aplicación efectiva de las pruebas diagnósticas. Lo que parece claro, y sin dar cifras seguras por las mismas razones, es que nuestro país tiene el triste record mundial de contar con el mayor número de profesionales sanitarios afectados. Y ello es una realidad, por la simple razón de que, al margen de cifra arriba, cifra abajo, nadie lo ha negado.
Parece también una obviedad que los sanitarios españoles no tienen una susceptibilidad mayor a contagiarse que el resto del mundo mundial, por lo que cabe deducir que simplemente no han tenido los medios de protección adecuados para estar luchando en primera línea contra el bicho. Esos medios de protección han estado en el centro de la polémica desde el inicio del confinamiento, desde las famosas mascarillas de Jaén hasta las defectuosas compradas por el gobierno a una empresa rarísima. Ha sido una reclamación constante de los profesionales y, de hecho, tanto el Consejo General de Enfermería como los sindicatos médicos han anunciado querellas por lo penal ante el Tribunal Supremo, mientras que la Organización Médica Colegial se personará también como acusación particular en los casos de contagios por esas mascarillas. Hoy, 28 de abril, se celebra, el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el trabajo, cuestión por cierto recogida en el Art. 40.2 de la Constitución. Hace 10 años, el lema de ese día fue el riesgo de nuevas enfermedades infecciosas, y se citaba a los profesionales de salud como grupo especialmente vulnerables. A ver si a partir de ahora nos tomamos el tema con la seriedad que nuestros sanitarios se merecen.
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