La posverdad

A raíz de la situación en Cuba, las intervenciones del presidente Sánchez y de la ministra Yolanda Díaz representan un magnifico ejemplo de posverdad política en lo que se refiere a la definición de dictadura

Pedro Sánchez y su esposa María Begoña Gómez en La Habana

El exdirector de la Real Academia Española, Darío Villanueva, presentó hace poco en Cádiz su libro, “Morderse la lengua”, en el que daba cuenta de numerosos ejemplos de cómo la posverdad está llevando a la quiebra de la racionalidad y de cómo la desinformación se ... ha extendido de manera inquietante en esta que llamamos, curiosa y precisamente, “sociedad de la información”. El Diccionario de Oxford define la posverdad como el fenómeno en el que los hechos objetivos influyen menos en la opinión pública que aquellos que apelan a la emoción y a las creencias personales. Un término que también tiene su entrada en el Diccionario de la RAE como “la distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”. Una manipulación de las palabras y del discurso, en la que los demagogos son auténticos maestros.

Realmente esto no es nada nuevo. Un ejemplo de adelantada posverdad en el tiempo fue la manipulación de la lengua y de los conceptos utilizada por el nazismo y que el filólogo Victor Klemperer nos describe y analiza en su obra “LTI. La lengua del Tercer Reich”, escrita entre 1945 y 1946, dando cuenta de cómo se fueron alterando los significados hasta reinventar un lenguaje que recreaba una realidad diseñada a medida de los intereses nazis. Y si ello no es nada nuevo, si que todo cobra una nueva dimensión cuando la posverdad contemporánea, en la que las creencias son más importantes que la realidad, utiliza las infinitas herramientas de difusión y multiplicación de mensajes de nuestra globalizada sociedad. En la posverdad, la verdad deja de existir y se abre paso un relativismo en el que la razón, los datos o los hechos dejan de tener valor, y en el que las percepciones que nos hacemos de la realidad dejan de lado las evidencias para sustentarse en las creencias previas que cada uno pueda tener. Pero, el sueño de la razón produce monstruos y, en ese contexto en el que las pasiones tienen más fuerza que la evidencia, los discursos abandonan la racionalidad y los hechos comprobados para dirigirse a esas emociones y sentimientos previos, de manera que la verdad puede reinventarse continuamente y de acuerdo a los intereses y a la medida de quién marca y decide el mensaje, con el poder de comunicación suficiente como para decirnos, y que asumamos, una realidad distorsionada en la que los hechos son suplantados por los sentimientos, las emociones o las pasiones. Una manipulación de la realidad que no deja de ser un intento de totalitarismo hacia el pensamiento y la razón. La posverdad, y el relativismo que la caracteriza, está cada vez más presente en la vida pública y en el ámbito político. A raíz de la situación en Cuba, las intervenciones del presidente Sánchez y de la ministra Yolanda Díaz representan un magnifico ejemplo de posverdad política en lo que se refiere a la definición de dictadura. Hay que olvidarse de los hechos, de la libertad de expresión, de la separación de poderes, de la independencia judicial, del pluralismo político, de las elecciones periódicas y libres…. Ahora, todos esos hechos no son relevantes para su definición. Esta dependerá de los sentimientos, ideologías o creencias que tenga cada cual.

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