Patentes y covid
La inmunización colectiva es un problema de todos porque no podemos olvidar que el virus no conoce fronteras
Hace poco más de un año veíamos por la tele, entre incrédulos y sorprendidos, y como si de una película de sobremesa de domingo se tratase, a todo un ejército patrullando las calles de Wuhan, vestido con trajes blancos de protección biológica y sin hacerle ... ascos al uso de la fuerza. Poco después asistíamos desconcertados a la llegada del nuevo coronavirus a Europa y a España, instalándose entre nosotros, llevándose por delante a miles de personas en nuestro país y cambiándonos la vida por completo. Un virus que no nos ha dejado y que sigue llevándose la vida de demasiada gente. Esta semana hemos visto, también por la tele, las estremecedoras imágenes en la India, con la gente hacinada en los pasillos de los hospitales y los intentos inútiles de reanimación cardiorrespiratoria en las propias calles. Además del esfuerzo y la dedicación de los profesionales sanitarios, nuestra mejor arma para luchar contra el virus es la vacunación.
En el caso del coronavirus, todas las vacunas disponibles han mostrado su efectividad para disminuir tanto la mortalidad como los ingresos hospitalarios, y en países, como Israel, en los que la vacunación ha sido masiva, los datos parecen indicar que también disminuye su transmisibilidad. De ahí la importancia de alcanzar esa inmunización colectiva y, aunque las vacunas ahora disponibles están mostrando eficacia con las variantes conocidas, el hacerlo lo antes posible ante el riesgo de nuevas mutaciones. La inmunización colectiva es un problema de todos porque no podemos olvidar que el virus no conoce fronteras y es absurdo pensar que, en este mundo global, los países puedan ser burbujas aisladas entre sí. La pandemia es un asunto que nos afecta a todos sin excepción y en cada uno de los rincones del mundo. Sorprende sin embargo el limitado ritmo de producción de vacunas ante esta tremenda situación, lo que se traduce también en un ritmo muy dispar del propio proceso de vacunación. Precisamente la India, con una licencia de Astrazeneca, era la encargada de producir vacunas para el mecanismo solidario, aunque insuficiente, COVAX con destino a los países más pobres, Haití, Bolivia, Nicaragua o la casi totalidad de África, destinos que pueden sufrir las consecuencias de la actual situación en la propia India que ya ha dicho priorizará la vacunación interna. En definitiva, un mapa mundial de desigualdad e inequidad en el acceso a las vacunas. En España y en la Unión Europea el acceso a la vacunación está siendo equitativo, aunque no deja de ser en muchos casos demasiado lento, situación que no deja de sorprender habida cuenta la potencial capacidad productiva del primer mundo, una capacidad potencial que también podría ayudar a los países más desfavorecidos. Pero la producción se ve limitada por el actual sistema de patentes, obviándose que estamos ante una situación excepcional y de emergencia sanitaria mundial. Durante los dos últimos fines de semana el Congreso de las Comisiones de Deontología de los Colegios Médicos, celebrado on line, fue tajante al respecto. Ante la catástrofe mundial que estamos viviendo con la pandemia por SARS-Cov2 hay razones más que suficientes, tanto éticas como legales, para eliminar las patentes de las vacunas y aumentar su producción.
Ver comentarios