La no tan nueva normalidad
Hasta hemos recuperado las colas de toda la vida, y volvemos a ponernos en fila para que nos regalen un helado, igual que hacíamos hace un par de años
Están llegando algunas señales que parecen indicar que nos vamos acercando a esa «nueva normalidad» de la que el presidente del Gobierno hablaba hace unos meses durante las primeras fases de la pandemia.
La adaptación a la «nueva normalidad» ya se intentó el pasado verano ... con la famosa, controvertida y desastrosa desescalada cuyas consecuencias conocemos; y lo mismo ocurrió con la intentona navideña que terminó siendo el preludio de la tercera ola que tanto daño ha hecho en nuestra provincia.
Ahora, que se acaba de cumplir el primer aniversario del Decreto de Estado de Alarma, vamos a por otro ensayo. Y esta vez sí que se ven indicios significativos de que la «nueva normalidad», que en muchos casos es la normalidad de siempre, va camino de establecerse a todos los niveles.
Hasta hemos recuperado las colas de toda la vida, y volvemos a ponernos en fila para que nos regalen un helado, igual que hacíamos hace un par de años para que nos obsequiasen con un neceser en la calle Columela. Bien es cierto que no parece que la nueva normalidad contemple que las colas en los comercios de Columela vuelvan a producirse, y no por falta de ganas del personal, sino por falta de comercios para poder hacerlas.
La «nueva normalidad» también se va notando en esferas más elevadas. De entrada, Fernando Simón ha desaparecido prácticamente de la pequeña pantalla y las ruedas de prensa sobre la evolución pandémica se han visto sustituidas por las noticias sobre las mociones de censura en escalada, los conflictos judiciales, o las peleas internas cuando se trata de postularse a las primarias. Y ¡las elecciones!
Acostumbrados como estábamos a los comicios, con dos elecciones generales y otras dos autonómicas en el año -1 de la pandemia, ya las echábamos de menos. Así que mientras Italia se reconfina para afrontar una cuarta ola, nosotros volvemos poco a poco a lo de toda la vida. Esperemos tan solo que el Cádiz se mantenga y no vuelva a su antigua normalidad. El problema es que, en la nueva modalidad de normalidad, nos acompaña un elemento no deseado, el coronavirus, que se resiste a dejarnos. Y como la estrategia de ataque, la vacunación rápida y global parece que se está complicando y demorando más de lo deseable, el dichoso virus dispone ya del tiempo necesario para establecer su propia estrategia de contraataque, mutando para escapar de la ofensiva. Así ya tenemos la B.1.1.7, variante británica que, siguiendo la estela del Imperio, parece que es la que está tomando el poder, la B.1.351, la sudafricana con bastante mala leche, la brasileña P.1, con más mala leche todavía, la también la brasileña P.2, la B.1.525, la B.1.429, la B.1.526, la C.16, y algunas otras que, hasta donde se sabe, aún no se han detectado por aquí.
Lo que sí parece ya adaptado a la normalidad de toda la vida, que no a la nueva, son las actuaciones a nivel del Sistema Nacional de Salud, y eso que no han faltado leyes y decretos en los ámbitos más variopintos. O sea, una muestra más de «normalidad».
De la troncalidad en las especialidades, que tan útil hubiese sido en época de pandemia, ni se habla; del modelo de financiación de la sanidad dejó de hablarse hace tiempo; de los cuidados paliativos, para que vamos a hablar. En fin, todo normal.