Negacionistas

Ahora se niega la existencia del coronavirus basándose en una supuesta confabulación de unos poderes fácticos planetarios que, al parecer, quieren encerrarnos a todos

Felicidad Rodríguez

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Es cierto que la pandemia nos cogió a todos descolocados; pero también que las cosas se podrían haber hecho mejor. Tras meses de duro confinamiento y desescaladas, la nueva normalidad se estrenó el 21 de junio coincidiendo con el inicio del verano. Los ... datos, a mediados de agosto, vienen a demostrar que la adaptación a esta nueva situación no se ha acompañado de excesiva responsabilidad, ni por parte de las autoridades, con escasa coordinación y con mucha inacción ante los incumplimientos, ni por parte de determinados segmentos de la población. Al final, nuevas medidas restrictivas y, como siempre, pagando justos por pecadores. Si todos hubiéramos actuado como correspondía desde ese 21 de junio, con un poco de sentido común, porque la libertad no es incompatible con la responsabilidad, quizá no se hubiera llegado al estado de riesgo actual ni a las nuevas limitaciones impuestas. Pero parece que no hemos sabido combinar una con otra, y que algunos siguen sin saber hacerlo como se constató el domingo en la plaza de Colón. Alrededor de 2500 abanderados del negacionismo, manifestándose, sin medida de precaución alguna hacia los demás, para pedir no se sabe muy bien qué. El negacionismo no es nuevo; se ha negado el Holocausto, el virus del SIDA, y ahora se niega la existencia del coronavirus basándose en una supuesta confabulación de unos poderes fácticos planetarios que, al parecer, quieren encerrarnos a todos y, de paso, destruir el PIB mundial, eliminar millones de puestos de trabajo y amordazar nuestra libertad de expresión. Pues menuda estrategia la de los confabuladores para asegurar su supervivencia. Los supuestos argumentos esgrimidos en los lemas y pancartas de la concentración de Colón eran de traca, desde que el virus no existe, hasta que nos lo han inoculado o que, realmente, se dispone de la cura, pero está prohibido que nos la administren. Obviamente, no parece que se aporte mucha coherencia en el discurso.

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