OPINIÓN
Navidades responsables
Hace exactamente un año que salíamos del Puente de la Constitución para tomar directamente el camino hacia las fiestas navideñas
Hace exactamente un año que salíamos del Puente de la Constitución para tomar directamente el camino hacia las fiestas navideñas. Ya se habían encendido las luces en la calle Larios, en Vigo se lanzaba el gran despliegue ornamental que le hacía ocupar páginas hasta en ... el New York Times y, en Cádiz, se tomó nota del desastre del año anterior cuando, a mitad de diciembre, todavía seguíamos a oscuras. O sea, todo normal. Por esos mismos días, los funcionarios de salud chinos empiezan a informar sobre pacientes con una grave neumonía vírica y, no había transcurrido ni siquiera un mes, y mientras nosotros recibíamos a los Reyes Magos, cuando ya habían logrado identificar al virus, secuenciado su genoma y comunicado el tema a la Organización Mundial de la Salud. Pero esas cosas raras no nos pasan a nosotros, así que tranquilidad total. Mientras veíamos, a través de los dispositivos móviles, la construcción en tiempo récord del hospital de Wuhan, nuestra vida continuaba como siempre. A nadie se le pasaba por la cabeza que lo que ocurría en una remota provincia china, podría ocurrir también en Cádiz, en Jerez, en Chiclana o en Algeciras. Parecíamos olvidar la regla de los 6 pasos del húngaro Karinthy que, allá por los años 30, estableció que todas las personas en el mundo estaban interconectadas por ese número de conocidos, allegados o como quiera que se llame ahora la relación entre la gente. Ni siquiera el sacrosanto Facebook, que había demostrado que el número de enlaces interpersonales era menor, nos hizo tomar conciencia que, hoy día, se puede tardar lo mismo en llegar a China que a Murcia; en ocasiones incluso menos. Para todos nosotros era impensable que lo que pasaba en Wuhan pudiera afectarnos de alguna manera. Una forma como cualquier otra de negar la realidad e, incluso, la física de nuestro mundo global. Pero llegó y ni es la primera pandemia ni será la última. Sufrimos la primera ola, bajaron los casos, se terminó el Estado de Alarma y nos relajamos. El daño en Cádiz no fue tan grande como en otros lugares, así que se convirtió en destino «seguro» y, en el Puente del Pilar, la Sierra fue una feria, la ocupación llegó al 63% en contra de todas las previsiones y, en algunos lugares se colgó lo de ‘no hay billetes’. Las lógicas ganas de salir, tras el duro confinamiento, nos hicieron olvidar que el virus no lee el BOE. Acabamos de salir de otro puente, esta vez con restricciones, y, ahora vivimos pendiente de lo que diga la normativa sobre la movilidad, la apertura de las ciudades, el significado de allegado o si nos permitirán reuniones de 6 o de 10. Pero lo cierto es que en estas fiestas nos acompañará seguro, no un amigo, sino un enemigo invisible que, a pesar de llevar tanto tiempo con nosotros, sigue sin entender palabra del BOE, del BOJA o de las ordenanzas municipales. Y el que nos deje, o no, un regalo indeseable dependerá en gran parte de nuestra propia responsabilidad. El próximo año 2021, los Reyes Magos vendrán con la deseada vacuna, el que debería ser el más preciado de los regalos. Nunca antes SSMM los Magos de Oriente habían precisado tanto de nuestra ayuda; así que echémosles una mano para evitar que el regalo se encuentre con que su destinatario ya no pueda recibirlo.