Adolfo Vigo
El fagocitador morado
Ayer asistíamos a la consumación del acuerdo fraguado en estos días entre Podemos e Izquierda Unida para presentarse juntos en las próximas Generales
Ayer asistíamos a la consumación del acuerdo fraguado en estos días entre Podemos e Izquierda Unida para presentarse juntos en las próximas Generales, que no segunda vuelta como nos quieren vender algunos, ya que en España no existe ese concepto a la hora de elegir al Presidente. Y por que, básicamente, en las segundas vueltas solo se presentan los dos candidatos que han sacado más votos en la primera. Y en el caso que nos ocupa, si fuera así, tanto Pablo Iglesias como Alberto Garzón se hubiesen quedado en sus casas viendo las Generales por televisión, y con los paquetes de pipas, avellanas y anacardos como algunos carnavaleros hacen los viernes de Final en el Falla.
Pero el asunto no es ese. La verdad es que no se si desde estas líneas manifestar mis opiniones al respecto de esa «unificación de la izquierda», y sobre todo, el futuro negro, y es mi opinión, que se cierne sobre Izquierda Unida. Y esto es así porque seguro que alguien me saltara diciendo que «a buenas horas nos venimos a acordar algunos de Izquierda Unida», o «que nos importa a nosotros el futura de dicha coalición». Y llevan en parte razón.
Evidentemente a los que les debe de importar ese futuro es a sus afiliados y simpatizantes. A esos 72.041 militantes y simpatizantes que estaban llamados a la consulta, y de los cuales solo hicieron presencia 20.067, es decir, el 27,85% de los llamados a las urnas. Lo cual denota que tampoco es que a las bases les importe mucho el futuro de su formación.
Es más, y permítanme ser sarcástico, disfruto viendo como Alberto Garzón, el único político consecuente en las últimas Generales al admitir que su partido había perdido las elecciones , y la verdad que no le quedaba otra con el pésimo resultado que habían obtenido, se deja fagocitar por la formación morada, ante las críticas de Gaspar ‘Bin Laden’ Llamazares o de Cayo ‘Pitufo Gruñón’ Lara. Y todo ello por cinco o seis diputados más.
Y es que como dice mi vecino, y no por ello menos amigo, Miguel Novo, el cual teme abrir este periódico los miércoles por la mañana ante la posibilidad de que cualquier día nos hagan un escrache de esos en la puerta de casa, la política crea extraños compañeros de cama.
Bueno, me atreveré a decir lo que pienso, y que Dios me coja confesado. Para mi ese pacto no deja de ser más que una tabla de salvación para una formación anacrónica, como es Izquierda Unida que, lejos de renovar sus caducos planteamientos, últimamente ha visto como su programa se diluía en el electorado cual azucarillo en un café caliente. Un partido que pretendía mantener la posición heredada y que antaño ocupara en la transición española pero que en la actualidad se había visto relegada a un segundo o tercer plano por formaciones nuevas, como son Podemos o Ciudadanos.
Sin embargo, para Podemos no es más que el siguiente paso en su más que premeditado plan de absorber a todas las formaciones de la izquierda española, y acorralar a un PSOE, que por día que pasa se encuentra más incomodo en esa ‘nueva izquierda’ que resurge en nuestro país, y que ve como se les va desplazando hacia un centro que no es el lugar ideológico que precisamente deberían de ocupar. Al final veremos como Izquierda Unida se diluirá en el entramado político de Podemos en un intento vano de salir adelante.
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