Opinión
Los extremos se tocan
La aparición y auge de VOX solo responde a la necesidad de la existencia de un partido radical para justificar el discurso, también extremista, de un partido ya existente
Para mí, la aparición y auge de VOX en el panorama político de nuestro país solo responde a la necesidad de la existencia de un partido radical para justificar el discurso, también extremista, de un partido ya existente. VOX viene a dar sentido al discurso ... de extrema izquierda de Podemos, o de Andalucía Adelante o como se quieran llamar en cada una de las elecciones y localidades. Un discurso de tintes extremos en nuestra sociedad actual no tiene cabida sino tiene enfrente a otro con el que poder justificar su existencia. Es evidente, que desde Podemos se han dado cuenta que su discurso político daba miedo a la sociedad actual, así se reflejó en alguna encuesta, y lejos de suavizarlo han tendido a darle alas de una u otra forma a la formación de Santiago Abascal.
No es menos cierto que, en este intento de blanquear su extremismo, Pedro Sánchez les ha sido el más fiel escudero que han podido tener. Lejos de ver la jugada de Pablo Iglesias y Echenique, ha sido el ‘tonto útil’, dicho con todos los respetos, en esa partida. Sus constantes devaneos con la exhumación de Franco, demolición del Valle de los Caídos y con la Ley de Memoria Histórica han hecho resurgir en nuestro país un pensamiento que durante muchos años ni estaba, ni se le esperaba. Partida esta que les hará caer en picado en España, como ha ocurrido en Andalucía.
Durante el tiempo de vida de Podemos siempre han intentado colgarle al Partido Popular el sambenito de ‘franquista’ pero la sociedad, salvo algunos indocumentados, no aceptaba ese apelativo. Con Ciudadanos lo han intentado pero tampoco se lo tragaban los españoles. Con este panorama y sin tener un enemigo claro con el que justificar su radicalización en la política actual apareció en escena VOX. Hecho este aprovechado perfectamente por los medios de comunicación afín a la formación morada para colgarles el cartel de fascistas o franquista, cosa que tampoco ha sido aceptado del todo mal por los de Abascal. Con estos, encontraron su víctima propiciatoria en su caminar por la siniestra más extrema abanderando la enseña de la lucha contra la extrema derecha, contra el fascismo trasnochado, contra todo lo que no sea su pensamiento político.
Tras las elecciones de Andalucía, el campo de actividad para los dirigentes de Podemos está dando sus frutos. A las pocas horas ya estaban llamando a sus simpatizantes a manifestarse en contra de la llegada del, según ellos, fascismo. En poco tiempo, las calles, las redes sociales, los canales de comunicación han sido tomados por sus partidarios indignados por el resultado de las votaciones. Desde la cúpula del partido podemita se lanzan soflamas y discursos llamando a la lucha en las calles contra la aparición de ese nuevo partido que solo defiende a los ricos y a los bancos mientras ellos siguen viviendo en casoplones de más de 600.000 euros con puertas blindadas y seguridad pagada por el Estado o en los barrios más exclusivos de las ciudades.
Estos de la extrema izquierda se autoproclaman como los únicos capaces de luchas contra la extrema derecha. Como la respuesta lógica y natural de la izquierda española ante lo que para ellos no es democrático pero olvidándose de sus devaneos con Venezuela o Irán, o sus amistades con Otegui, Torra y compañía.
Y es que como decía el dicho de aquel sabio, los extremos se tocan, y en política hasta van de la mano.