La Voz de Cádiz - EL APUNTE
Las excusas, los cambios y el tiempo
Mover a tres o cuatro concejales de lugar significa reconocer que hay que hacer algo y pronto
Cualquier alcalde, ministro, concejal o presidente de gobierno local, provincial, regional o estatal siempre se aferra, durante sus primeros meses de gobierno, a un recurso infalible: a lo que se encontró. «Es que esto estaba hecho unos zorros», «nadie imagina cómo estaba esto», «lo que nos encontramos, asustaba». Es un clásico y cualquiera que se molestara en buscar en la indiscreta hemeroteca lo comprobaría. No hablamos de Cádiz, ni de Andalucía ni de España. Es un gesto humano, lógico. Conviene decir que se parte con mala herencia para que cualquier avance resulte, por contraste, llamativo. Es buen negocio proclamar lo mal que estaba todo por si no progresa, cargar las culpas a esa pesada y ajena carga. Aznar lo hizo con Felipe González, y Rodríguez Zapatero con Aznar. Rajoy con Zapatero y cuando alguien le suceda, lo harán con el gallego. A escala municipal, el recurso es idéntico. Teófila clamaba contra la ruina que heredó de Carlos Díaz y José María González basa su gestión en corregir todos los presuntos despilfarros anteriores, incluso los inexistentes o incorregibles.
Al margen de que, en todos los casos, una parte de esas quejas tengan algo de cierto, también lo es que caducan. A los meses de producirse el relevo, ese argumento suena ante los electores a excusa de mal pagador, a llanto infantil con eco de incapacidad. A todos los dirigentes se les elige para que cambien las cosas y para que afronten dificultades. Gimotear cuando se las encuentran no tiene demasiado sentido porque ya se daban por descontadas.
Nadie dijo que fuera a ser fácil. Ningún gobierno local de ninguna ciudad lo tiene fácil. Todos los alcaldes de todos los tiempos, en todos los lugares, han heredado proyectos sin acabar, dificultades sin afrontar y facturas. Usarlas para justificar la parálisis sería un burdo intento de ocultar la falta de ideas.
Cambiar a unos concejales por otros supone asumir que se pueden cambiar las cosas, que la supuesta herencia está para ser cambiada. Han pasado 14 meses desde que se produjo el cambio de gobierno municipal. Los avances han sido nulos y los acuerdos, inexistentes. Dentro de poco, el mandato municipal habrá llegado a su ecuador y todas las justificaciones sonarán huecas. De ahí los cambios. Suponen confesar que hay que hacer algo. Algo necesario y pronto.
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