El eterno déficit de aparcamiento

El carril-bici agrava una carencia vieja pero que acarrea grandes molestias a vecinos y comerciantes

Que no sea nuevo no significa que no pueda ir a peor: aparcar en el centro de Cádiz es una tarea difícil desde siempre pero se ha complicado en los últimos años y especialmente en los últimos meses, desde la construcción de más de ... 20 kilómetros de carril-bici, además de la apertura al tráfico del nuevo puente sobre la Bahía.

La tarea de encontrar estacionamiento es especialmente compleja durante las mañanas laborables porque es el momento en que la mayoría de ciudadanos se concentra en esta zona. Pero también resulta especialmente molesto en estas fechas de grandes concentraciones festivas o de compras .

Las dimensiones de la capital gaditana y el peculiar perfil urbanístico de la comarca, con grandes poblaciones separadas por unos cuantos kilómetros, más las carencias en el transporte público (sin tranvía, con la estación de autobuses anclada en una avenida por reformar, con poca frecuencia de Cercanías...) hace que la mayoría tienda a moverse en vehículos para hacer las gestiones de la vida diaria. Para ello, la zona azul y las bolsas de aparcamiento juegan un papel fundamental . En ambos casos, están en recesión por el mencionado carril-bici, deseado y conveniente siempre que llegue acompañado de alternativas que ahora brillan por su ausencia. Hasta los comerciantes han puesto ya el grito en el cielo. Están hartos de pagar las consecuencias.

El objetivo de crear estacionamientos mientras crece el carril-bici sería doble: concienciar a los ciudadanos de que no usen tanto el coche y crear aparcamientos que impidan que invadan las zonas que más hay que cuidar de cara a comercio, convivencia, turismo y hostelería, como podrían ser el Paseo Marítimo y el casco antiguo. Para proteger este último y deshacer el nudo creado en la carretera industrial, parece necesario recuperar el proyecto de la plaza de Sevilla, además de tratar de recuperar terrenos sin uso en el recinto portuario. En ambos casos, parece que la materialización es inminente, por fin, pero falta saber el cómo. Que los aparcamientos actuales están saturados es una evidencia.

Oponerse a las nuevas zonas de aparcamiento y a la utilización de zonas sin uso concreto para poder almacenar esos vehículos y liberar para el peatón otras áreas no tiene sentido. Ni por cuestiones ideológicas ni ecológicas. Comerciantes y vecinos dan fe.

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