El Apunte

El eterno debate sobre ocio y descanso

Los cambios en la noche grande del Trofeo Carranza reabren un viejo choque de intereses

LA VOZ

Las quejas de un grupo de vecinos del Paseo Marítimo de Cádiz tras el anuncio de unos conciertos con motivo del Trofeo Carranza (el último con barbacoas playeras consentidas por el gobierno municipal) ha resucitado un debate que ya es veterano en la sociedad gaditana, en la andaluza y la española. Al menos, en las localidades turísticas y costeras. Se trata del enfrentamiento entre el derecho al descanso de los residentes en una zona y el, presunto, derecho a la diversión de visitantes, jóvenes y ciudadanos en general. Para empezar, habría que cuestionar los términos. El derecho es tal. Sencillamente, el derecho a la diversión no existe. El ocio nocturno puede ser una aspiración, un deseo, incluso un sector económico necesario en determinados lugares y épocas pero no es comparable con la imprescindible necesidad física de dormir.

Una vez sentada esa base, nadie en su sano juicio pretende que ciudades como Cádiz regresen al botellón ni a los excesos, al infierno para los vecinos, al suelo alfombrado basura y orines. Nadie quiere imitar modelos, con las despedidas de soltero como ejemplo y excusa, que pretenden erradicarse de zonas de Baleares o Cataluña, incluso de Tarifa y Conil por no ir más lejos.

Se trata de crear y mantener una oferta atractiva en la noche (junto a las de otros horarios). Eso no pasa por fomentar el exceso juvenil, bien al contrario se trata de pactar reglas ecuánimes y velar por su cumplimiento. Ni aceras desiertas ni tomadas por terrazas. Ni toques de queda a las diez ni ruidos infernales a las tres de la mañana. Es deseable encontrar alternativas y puntos medios en los que ambas partes (vecinos y hosteleros, residentes y usuarios de locales) cedan una parte.

Hacer la noche o algunos fines de semana más atractivos no pasa por dejar hacer a los más incívicos con tal de que gasten unos euros pero tampoco es posible exagerar el celo en cada protesta, impedir sensatas excepciones, concesiones momentáneas al trasnoche en fechas especiales como algunos fines de semana de verano. Un sector de una ciudad, parte de su prestigio y su atractivo dependen tanto de ofrecer noches festivas como de impedir que sean pasto para guarros y ruidosos. Hay que buscar reglas, pactarlas y arbitrarlas con rigor.

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