La Voz de Cádiz

El estrecho manda recuerdos

El drama diario parece que se ha mudado a otras costas pero episodios trágicos recuerdan que sigue presente

LA VOZ

Resulta difícil asombrarse de cualquier suceso relacionado con la inmigración ilegal. El hecho de vivir en la frontera entre dos continentes, con el Estrecho como barrera, ha curtido desde hace años a los gaditanos, que viven en primera línea de una batalla social interminable y cruel. Por la zona del mundo en la que viven, hace mucho que ven llegar la desesperación a sus orillas, incluso en las playas se mezcla el disfrute de unos con la desesperación de otros. Ahora, ese fenómeno se ha generalizado en otras costas, en Grecia, antes en Italia, y la alarma se ha quedado encendida durante semanas, meses. Las imágenes que antes eran grabadas a pocos kilómetros proceden ahora de otras orillas del mundo con el mismo dolor.

Sin embargo, pese a estar curtidos, algunos sucesos vuelven a encoger el alma. Ayer, un inmigrante que era llevado en una moto acuática fue tirado al mar por el piloto perseguido y asustado. El resultado es que perdió la vida, ahogado. Lanzado al agua como un lastre que conviene soltar para ganar velocidad y escapar, como una mercancía que pasa de ser valiosa para ganar unos billetes a convertirse en un estorbo. Ese el valor real que tiene la vida humana para las mafias del tráfico de personas y los narcotraficantes, que muy frecuentemente son las mismas.

El suceso ha recordado que la provincia de Cádiz sigue en primera línea de batalla. Sólo en esta semana son casi un centenar los interceptados cuando se jugaban la vida para cruzar. Nada nuevo. El horror de siempre, ininterrumpido. La intercepción de inmigrantes ilegales en aguas del Estrecho, en las célebres pateras, en lanchas hinchables de juguete, hace más de dos décadas que ofrece un trágico recuento diario, al menos entre marzo y octubre, cuando los que se juegan la vida se animan con la teórica e incierta bonanza climática.

Aunque a veces parezca que los dramas se mudan a otras costas, es necesario mantener el trabajo de salvar vidas, que recae sobre los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, además de sobre los equipos especializados o entidades como Cruz Roja. Hay que intentar protegerlos, sobre todo, de los que los tiran al mar como fardos.

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