Antonio Ares Camenino

Aún estamos a tiempo

«Mucho nos tememos que con el panorama surgido de las elecciones del 20-D, el nuevo año sea de incertidumbre para el desarrollo de la provincia»

ARES CAMERINO

Los años electorales son como los dinteles de las puertas. Te encuentras en la disyuntiva de salir al exterior y exponerte a las inclemencias meteorológicas o a la bonanza del clima u optar por permanecer dentro, en la certeza de que el cobijo es lo más seguro. Este 2015, que ya hemos liquidado, ha tenido puertas por partida triple. Primero fueron las elecciones autonómicas. En un adelanto estratégico se quiso marcar el punto final de una etapa en la que la política acomodaticia había conseguido poner en jaque a las instituciones. Después vinieron las municipales, esas en las que se vota más a la persona que al partido, esas en las que las promesas en lo cotidiano hacen decantar el voto, esas en las que a diario la ciudadanía somete al duro examen de las propuestas cumplidas. Y se produjo el gran cambio. Después vinieron las generales y su resultado nos ha deparado un futuro cuando menos incierto.

El año hidrológico va desde el uno de octubre al treinta de septiembre. El año judicial se extiende desde el uno de septiembre, o del siguiente día hábil hasta el treinta de julio. El curso escolar comprende desde el uno de septiembre hasta el treinta de junio. Pero lo normal es que para hacer balance se tome como referencia el día de San Silvestre. Mirar hacia atrás para reconocer los errores cometidos, aprender de las oportunidades que se nos brindaron y no supimos aprovechar, hacer un firme propósito de cambio con el único objetivo de conseguir la felicidad de cuantas más personas mejor.

El carácter y la actitud del gaditano del siglo XIX, emprendedor, cosmopolita, con la vista puesta en el horizonte, nada tienen que ver con el de este siglo XXI. Muchos nos tachan de conformistas, de poco dados a las aventuras más allá del Rio San Pedro, de vivir en la autocomplacencia del que poco necesita. Y puede que no les falten razones. Pero lo cierto es que pocos motivos se nos brindan para las proezas. Tasas de paro que dan vértigo, precariedad laboral que roza la esclavitud, economía sumergida a prueba de submarinos y un riesgo de exclusión social que merodea alrededor de un tercio de la población.

Nuestra ubicación geográfica, nuestra orografía, nuestras condiciones climatológicas y el carácter de nuestras gentes son de un potencial tal que cumplen los requisitos para que la provincia de Cádiz fuera puntera en inversiones y desarrollo.

Para ello es fundamental el impulso de las grandes infraestructuras pendientes de ejecución. La nueva terminal de contenedores, el desbloqueo del Polígono de Las Aletas, la expansión del Recinto Exterior de la Zona Franca, el desdoblamiento definitivo de la Autovía Cádiz Sevilla y el rescate de la Autopista A4, son fundamentales para el desarrollo de la Plataforma Logística del Sur de Europa. Por otro lado, la realización del tramo ferroviario Algeciras-Bobadilla serviría para subsanar el estancamiento y bloqueo al que se encuentra sometido el Puerto de Algeciras, líder del Mediterráneo en el movimiento de toneladas a través de su majestuosa terminal de contenedores (Con casi cien millones de toneladas manipuladas durante el año 2015).

En cuanto a la Industria, el desarrollo de la provincia pasa por una transformación del sector naval, donde el uso de los nuevos materiales y tecnologías punteras nos pueden hacer más competitivos frente a astilleros asiáticos, donde pujan sólo por la bajada de precios. En estos momentos donde el cambio climático es prioritario en la agenda política internacional, donde todos se han puesto de acuerdo en evitar el calentamiento del planeta, la apuesta por las energías renovables se convierte en un valor seguro, y de esas energías limpias nuestra provincia puede ser puntera. La puja por la industria aeronáutica puede ser el artífice de una generación de empleo de altísima cualificación. La Universidad de Cádiz oferta su Campus de Excelencia Internacional del Mar (Cei-Mar), cuyo objetivo fundamental es crear un potente Sistema «Ciencia - Tecnología - Empresa», que permita la generación de conocimiento y de tecnologías en torno al mar, así como su transferencia a los sectores marítimos, con el fin de impulsar la competitividad y el desarrollo socioeconómico de nuestro ámbito territorial.

Uno de los sectores primarios con más potencial de la provincia es el Agroalimentario. Inversiones y estrategias dirigidas no sólo a la producción de materia primar sino también a la elaboración, transformación, preparación, conservación y envasados de productos alimentarios, supondría una fuente importante de empleo y de desarrollo. Las novedosas aportaciones realizadas por la UCA en cuanto a cultivos marinos, no sólo de especies animales, sino de todo cuanto de aprovechamiento tiene nuestro litoral, pueden convertirnos en un referente internacional.

En cuanto al turismo, motor indiscutible de la economía de la provincia, precisa de un cambio de modelo que huya de la marca «sol y playa» y apueste por la intemporalidad en cuanto a la ocupación de camas hoteleras y a pernoctaciones se refiere. El turismo en sus más diversas acepciones, cultural, ecológico, rural, gastronómico, enológico, de aventura, de congresos, de cruceros (nuevo record de cruceristas han arribado durante el año dos mil quince al Puerto de Cádiz).

En lo que concierne a nuestra Ciudad de Plata y Luz la solución pasa por no seguir siendo ese fondo de saco que no es principio de nada y fin de toda ruta, precisa de convertirse en el elemento dinamizador del Área Metropolitana de la preciosa Bahía de Cádiz, a la que todos los partidos políticos le daban ese plus de potencial desarrollo y por la que ninguno de ellos apostó en serio.

Dicen que nuestra situación de insularidad nos convierte en una de las ciudades de España con más densidad de población y menos espacio físico útil para el desarrollo y expansión, pues aún así son miles los metros cuadrados de suelo urbano, todos en manos de las administraciones, que se encuentran en situación baldía, pendientes de trámites administrativos, decisiones políticas o simplemente faltos de recursos económicos para su realización (Ciudad de la Justicia, Plaza de Sevilla, antiguo Gobierno Civil, solar del Nuevo Hospital, antiguo Colegio Valcárcel, Escuela Náutica, Edificio del Olivillo, Colegio Mayor Beato Diego, antiguo Pabellón Fernando Portillo, Navalips, etc)

Mucho nos tememos que con el panorama político surgido de las elecciones del 20 de diciembre el año 2016 vaya a ser un año de incertidumbre para el desarrollo. Las castas políticas, las de antes y las de ahora, estarán entretenidas en buscar esos consensos y esos pactos que les hagan tocar poder. Mientras tanto la ciudadanía tendrá que esperar para ver colmadas sus expectativas de un futuro mejor.

La pregunta es obvia, ¿Estamos aún a tiempo?

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