EL APUNTE
Aún hay esperanza en Las Aletas
Por más reveses que haya recibido, la Bahía aún precisa de ese proyecto
A pesar de las decepciones y de los reveses judiciales. Más allá del desgaste que han sufrido las expectativas. Por más que se haya convertido en una especie de imposible, el complejo industrial de Las Aletas es una de las grandes prioridades para la Bahía de Cádiz en este 2018 que comienza. Este abandonado recinto, en Puerto Real, parece baldío, al margen de posibles gestiones administrativas pero ni la patronal provincial ni el Gobierno han renunciado a darle un uso que toda la Bahía de Cádiz precisa. En la provincia líder en el número de desempleados es fundamental cualquier paso que se dé en el sentido de reducir el 30% de tasa de paro que padecemos. Y reactivar Las Aletas se antoja fundamental.
Esa reactivación pasa por dos vías. Por un lado, tal y como anuncia el delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz, este 2018 debe ser el ejercicio en el que veamos la planificación de los trabajos en las zonas del parque que no están afectadas por la sentencia del Tribunal Supremo que paralizó las obras tras la denuncia de los grupos ecologistas. Y el segundo paso, probablemente más importante aún, es conseguir un consenso político ante un asunto de absoluta importancia. Si hablamos de la posibilidad de generar miles de puestos de trabajo, no caben diferencias ideológicas. Cualquier cruce de manifestaciones, de acusaciones vacías de contenido sólo destinadas a desacreditar al rival político están absolutamente fuera de lugar. La patronal gaditana siempre ha recordado que hay una importante partida presupuestaria reservada, aún, para este polígono y que desperdiciarla sería un bochorno en una zona de España que está obligada a ser especialmente cuidadosa con los fondos públicos.
Tampoco es de recibo sacarse de la manga, a estas alturas, ideas que no van a ningún lado y que sólo ponen aún más piedras en el camino. Ese tipo de propuestas descabelladas, más que ingeniosas, no hacen sino ralentizar aún más un proyecto que ya sufre demasiadas demoras, que ha hecho dudar a todos y que los ciudadanos de la Bahía de Cádiz creen que nunca verán convertido en realidad.
El año que comienza debe ser el que sirva para demostrar a los desconfiados que están en un error, que la desesperanza era injustificada, que aún había margen de maniobra. Es momento de ponerse manos a la obra, de dejarse de palabras, promesas y planes para mostrar algo parecido a la realidad.
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