Julio Malo de Molina
Esperando a Godot
El electorado español parece haberse desviado del modelo previsto en 1978
El electorado español parece haberse desviado del modelo previsto en 1978. Los pactos de la Transición condujeron a un sistema bipartidista semejante a la anterior restauración borbónica que nos recuerda a ese hombre de casino provinciano descrito en el poema ‘Del Pasado Efímero’ de Antonio Machado (1912): «Bosteza de políticas banales/ dicterios al gobierno reaccionario,/ y augura que vendrán los liberales,/ cual torna la cigüeña al campanario». La fractura del guión induce al desconcierto de los actores. Sólo así se explica que Rajoy no acepte una lectura autocrítica de los resultados, y se aferre al sofisma de la lista más votada, olvidando que se trata de unas legislativas en las cuales ha obtenido el 28,72% de los votos emitidos, frente al 62,66% que suman las formaciones cuyos programas han rebatido la actividad política de su gobierno ahora en funciones y en franca minoría parlamentaria. Muy al contrario, intenta continuar en el ejecutivo mediante la colaboración necesaria de dos partidos, PSOE y Ciudadanos, los cuales han prometido en campaña que no gobernarían con los populares. Aún más, añade que se trata de la única opción sensata, así nos recuerda un antiguo chiste gráfico de Chumy Chúmez en la revista satírica ‘Hermano Lobo’. Un preboste pregunta a la multitud: «¿Yo o el caos?» Y la gente responde a coro: «¡El caos!» A lo cual replica: «Es igual, yo también soy el caos».
El PSOE igualmente lo tiene difícil pues el electorado que ya le ha castigado con su peor resultado de la historia reciente rechazaría la colaboración para hacer posible un nuevo gobierno PP aunque fuese tan sólo mediante una abstención crítica. Su opción natural pasa por Podemos, pero la nueva socialdemocracia se resiste con razones comprensibles. Los pactos con un partido del sistema se verían por sus votantes como una concesión al status que se pretende modificar. Además, la historia demuestra que acuerdos de este tipo fortalecen a los veteranos socialistas frente a las formaciones más comprometidas, como ocurrió con la alianza de la izquierda en las municipales de 1979 que acabó con el PCE. Por su parte, Ciudadanos lo tiene más fácil pues representa la cara amable de una derecha moderna que puede esperar. Los analistas coinciden en dos escenarios viables: segunda vuelta electoral, o gobierno en solitario de un PP que ya no podría funcionar a golpe de Decreto Ley y se vería forzado a modificar su legislación más contestada, como la Ley de Reforma Laboral o la Ley Mordaza, incluso la propia Constitución. La Banca perdería la complicidad que disfruta a través de las constantes medidas que favorecen, tanto la venta de sus productos, como la ejecución de desahucios y embargos.
La viabilidad de los cambios que esperan un 62,66% de los votantes no parece tan fácil. El eminente sociólogo polaco Zygmunt Bauman, muy critico ante los desmanes del neoliberalismo, los cuales incrementan la desigualdad y deterioran la calidad de vida entre las clases medias, declaraba hace poco en el marco del Foro de la Cultura en Burgos: «La presunción de que se puede resolver la situación desde dentro es errónea». Esto produce dudas, que recuerdan la excelente pieza dramática del irlandés Sammuel Becket titulada ‘Esperando a Godot’ (Paris 1952), en la cual dos vagabundos aguardan en vano a un tal Godot con quien se supone tienen una cita; es una tragicomedia en dos actos que simboliza el tedio y la desesperanza de los hombres en torno al sentido de su existencia.
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