Opinión

La espera

La paciencia es una virtud que se agota con la espera

La paciencia es una virtud que se agota con la espera. Todos esperamos algo. Si lo meditan verán que pasamos la mayor parte del tiempo de nuestras vidas en esperar algo o a alguien. Hay esperas agradables como la llegada de un tren que viene ... de regreso con tus seres queridos y otras menos agradables como el tiempo que esperamos en la salita de un dentista. Esperamos impacientes que el café salga, que llegue un taxi o que las puntuaciones de un examen importante sean colgadas en la red.

Son muchos creyentes los que esperan resucitar algún día mientras otros esperamos el fuego eterno. Todos hemos esperado alguna vez los resultados de unas pruebas médicas y en otros momentos con mucha esperanza el test de embarazo, tanto el positivo como el negativo. La espera se nos puede hacer larga o corta pero curiosamente nos parece larguísimo ese minuto antes de fichar en la salida del trabajo y cortísimo lo que espera el chófer del bus en cerrar las puertas. Nos llevamos mucho tiempo del día esperando que las aspas del ‘wasap’ se pongan azules o viendo cómo se cargue ese video tan gracioso del cumpleaños de tu sobrino. La espera puede llegar también a ser traumática como el arreglo de una avería en tu coche, sobre todo cuando compruebas que cada pieza o elemento a reponer tienen que importarlo como mínimo de Alemania. La ilusión también coexiste con la espera como ese paquetito de Amazon que no llega y lo pediste ayer fascinado por conseguirlo o la desesperación de ver pasar los días y que no te avisan para la intervención quirúrgica de tu espalda.

Todos esperamos que nos toque la primitiva cada semana, que el arroz se termine de hacer o que los niños lleguen del colegio para comer. A que llegue la cruz de guía de la procesión, que abra la peluquería, que salga tu pareja del trabajo, que nos sirvan deprisa en un bar, que vengan los albañiles o que hagan la próxima temporada de tu serie favorita. Todos esperamos que haya un pacto del gobierno y otros los papeles de un divorcio o del tribunal médico, esperamos que lleguen las vacaciones, que la tele-operadora nos atienda, esperamos a que escampe, a que pase la hora del calor, a encontrar el amor de tu vida, a ser felices, a que tu amor muera por ti...

En Carnaval la espera está muy presente. Esperamos cada día que los componentes vayan llegando puntuales al local y no a cuenta gotas. Esperamos que el director esté de buenas y no lo pague con el resto del grupo a base de repetir una misma letra. Esperamos ansiosos la fecha del sorteo para saber cuál día nos correspondería actuar, a partir de esa fecha viene la cuenta atrás, las prisas, las sesiones eternas de ensayos, las caras de tensión, los nervios... La espera del repertorio puede causar desazón para los componentes. Los autores normalmente trabajamos por impulsos, la mayoría no somos profesionales y componemos o escribimos cuando tenemos tiempo en principio y cuando las ganas o la inspiración nos golpea las meninges. El que espera desespera, es cierto, quien no espera nada nunca tendrá que exasperase. Los autores de carnaval somos como tú, no somos máquinas de hacer músicas y letras. Al final mejor o peor todo sale, tan solo es carnaval.

Puedes esperarlo todo pero no esperes que nadie te traiga la felicidad, hay que buscarla.

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