El español

El sábado fue el Día de la Lengua española y es costumbre, que se va perdiendo, celebrarlo con lecturas públicas del Quijote

El sábado fue el Día de la Lengua española y es costumbre, que se va perdiendo, celebrarlo con lecturas públicas del Quijote; ahora es más moderno hacerlo con otras actividades y textos, lo que sin duda no molestaría al creador del Ingenioso Hidalgo. Al fin ... y al cabo, como decía Don Miguel, «no hay libro tan malo que no tenga algo bueno». No es casualidad que el mismo 23 de abril fuese la fecha escogida por Unesco para fomentar la lectura cuando creó el Día del Libro. La razón, la fecha del fallecimiento de Miguel de Cervantes, de William Shakespeare y del Inca Garcilaso de la Vega. Realmente, Cervantes murió el 22 y Shakespeare, por eso del cambio del calendario juliano al gregoriano, lo hizo el 3 de mayo; de manera que solo el tercero de esos grandes escritores falleció un 23 de abril, 77 años después de que naciera en Cuzco. Pero lo importante es lo simbólico de la fecha que, aunque también coincide con el aniversario de otros autores, hace especial referencia a dos escritores universales, uno español y otro inglés, representantes genuinos del maestral uso de dos lenguas también universales. La primera de ellas, el español, la hablan unos 500 millones de personas, una lengua llena de matices y bellísimos acentos y cadencias. Muestra de ello es la relación de ganadores del Premio Cervantes que cada año se entrega, también en la misma fecha, en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá, ciudad natal de don Miguel. Este año, con Cristina Peri Rossi, el acento ha sido uruguayo, pero los hemos tenido mexicanos, argentinos, chilenos, paraguayos, peruanos, cubanos o nicaragüenses.

También, por supuesto, acentos gallegos, castellanos, asturianos, santanderinos, valencianos, catalanes o madrileños. Y andaluces, granadinos, malagueños y, sobre todo, gaditanos. Dos de ellos, que no está mal en el ranking, los Cervantes de Alberti y de Caballero Bonald. Si el fallecimiento de Cervantes marca el 23 de abril en el ámbito del español, el de Shakespeare lo hace en el del inglés, la lengua franca durante las últimas décadas. Es necesario reconocer que, en este mundo en el que la comunicación a escala global es imprescindible, el utilizar una lengua vehicular común es muy útil, y el inglés, por razones diversas, se ha adueñado del terreno. Pero reconocer esa utilidad no quita el hacer valer el uso del español como lengua universal, y en todos los ámbitos del conocimiento; no en vano el número de hispanoparlantes, aun no teniéndolo como lengua propia, crece de una manera increíble año tras año. Caso curioso es lo de la Unión Europea, en la que el español, hablado por 48 millones de europeos no se usa, de facto, como idioma de trabajo. Si se hace, en cambio, con el alemán, el francés y, por supuesto, con el inglés y eso que, con el Brexit, apenas son 5 millones de irlandeses los que lo tienen como lengua materna. De acuerdo que el inglés es la lengua franca, pero resulta realmente ridículo observar cómo reuniones de trabajo de la UE sobre América Latina, en la que todos los participantes son hispanoparlantes, se desarrollan en inglés. Eso, los franceses no lo aceptarían de ninguna manera. Pero, en nuestro caso, el reivindicar nuestro idioma común no parece tema de interés para los responsables de hacerlo.

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