Ignacio M. Bustamante
España, en serio
Por fin. Por fin parece que España vuelve a entrar en una cierta ‘rutina’ política
Por fin. Por fin parece que España vuelve a entrar en una cierta ‘rutina’ política. Mariano Rajoy ha sido investido presidente, nombrando a un Consejo de Ministros como tiene que ser un Consejo de Ministros: aburrido, serio, respetuoso con las instituciones, responsable, discreto y, sobre todo, eficaz en la gestión. Esta obviedad no es tal si pensamos que hemos estado a punto de tener al ahora ‘podemita’ Pedro Sánchez de presidente, a Pablo Iglesias de vice, a Iñigo Errejón de mandamás en el CNI, a Carolina Bescansa vaya usted a saber de qué y a Ramón Espinar de ministro de Vivienda Protegida. Para correr. Afortunadamente no ha sido así y ahora lo que toca es exigir dos cosas: por un lado, que la recuperación económica se consolide, con todo lo que ello supone en cuanto a creación de empleo, mejora de derechos sociales etc. Y por otro, que no haya más casos de corrupción, que los que se están investigando lleven a la cárcel a todo el que tenga que llevar y que los grandes partidos se regeneren a fondo.
Que la política, en definitiva, pase a un cuarto o quinto plano en nuestras preocupaciones diarias. Ese será síntoma de que todo se normaliza. Si hablamos de fútbol, del colegio de los niños, del último capítulo de ‘Juego de Tronos’ o de nuestro malvado jefe antes que del tal Rufián y sus insolencias de adolescente malcriado o de un nuevo mangante del PP, del PSOE o de Podemos, es que empezamos a ir por el camino correcto. Como en el fútbol, si el árbitro pasa desapercibido, es que lo está haciendo bien.
Esa normalización de la política llevará, inexorablemente, al desmoronamiento del fenómeno podemita y sus trasnochadas proclamas comunistas. Un fenómeno que tomó relevancia hace unos años gracias a la crisis, la corrupción y la indignación y el miedo que ambas cosas generaron en los españoles. Si superamos la crisis y acabamos con la corrupción, su discurso ya no tiene cabida. Si volvemos a ser el país que hemos sido durante los últimos cuarenta años, ya nadie les escuchará porque se habrá acabado el miedo. Harán ruido en twitter, pero sólo eso: ruido. La siguiente generación de frikis estudiantes de Ciencias Políticas de la Complutense no hallará una coyuntura tan favorable a sus intereses como ellos se encontraron.Serán un partido residual, minoritario, como han sido siempre que le ha ido bien a la inmensísima mayoría. Podemos, para ser algo, necesita pescar en aguas revueltas. Le interesa que haya corruptos para erigirse ellos en salvapatrias, aunque roben tanto como el que más. Que haya crisis, para ofrecer soluciones tan imposibles como populistas. Pero España es un país serio. O empieza a volver a serlo. Y ya no engañan a nadie.