JULIO MALO DE MOLINA - OPINIÓN

Escribo sobre casas rotas

JULIO MALO DE MOLINA

Pablo Neruda, uno de los mejores poetas de la lengua castellana, compuso bellos poemas de amor y desgarradas odas épicas. Recuerdo unos versos que forman parte del poemario escrito durante nuestra guerra. ‘Preguntareis: Y dónde están las lilas? Y la metafísica cubierta de amapolas?…mirad mi casa rota, mirad España muerta’. (España en el Corazón, 1936-1937). Aquí hemos narrado el valiente y ambiguo amor de la bella espartana Godor quien por ayudar al esposo entregó su piel a un espía de los persas para degollarle; o la magia de la danzarina Teletusa inmortalizada por el poeta Marcial, que según sostienen los viejos mariscadores aún baila en esas sorprendentes puestas del sol caleteras sobre los restos del templo de Astarté. O la pasión de nuestro poeta Quiñones por discretos burdeles y escondidas tabernas donde cantan los gitanos de ley. Hace poco el refinado librero Juan Manuel Fernández me mostró una grabación en la cual Fernando cantaba con voz flamenca un martinete, uno de los palos ‘a capella’ del cante hondo.

Ayer participé en una mesa redonda acerca del estado de abandono de un edificio espléndido que se había inaugurado en 1980, sobre un gran solar que siempre alojó usos vinculados al turismo social llenando de esencia aguda de vida una zona del dilatado borde atlántico de la ciudad nueva, sobre todo la hermosa piscina de Sánchez Esteve construida en 1928 y donde muchos gaditanos aprendieron a nadar en la ‘época de plata’ del Cádiz industrioso. La nueva construcción se cierra antes de cumplir 30 años, por problemas sin duda reparables pero que indujeron al desalojo definitivo. Como tantas piezas, aún se alza vacía, excepto en su basamento, mientras se deteriora y se discute sobre sus usos, con esa amenaza de demolición que siempre gravita sobre edificios públicos desalojados. Consecuencia de una mentalidad perversa que menosprecia lo público porque no lo considera de nadie, siendo de todos y por eso mismo más valioso.

Algo semejante a lo que sucede con Náutica, ese bello barco de piedra varado frente a La Caleta, donde los espíritus de tantos marinos que allí se prepararon para vivir la mar y ahora comparten en silencio esos mágicos atardeceres anaranjados, con las hetairas de Astarté, con Teletusa y los sueños de Quiñones. Otro abandono que no por casualidad se justifica de forma parecida a Tiempo Libre, y también se empeñan en solucionar mediante la piqueta, ¿por qué hay gestores que más que reparar prefieren destruir? Es como si los médicos decidieran matar a los enfermos y sustituirlos en el lugar que habitan por personas sanas. Sería más razonable reparar Náutica y devolverle los estudiantes que una desdichada política de extensión de la Universidad gaditana desplazó a la barra de los Toruños, entre pinos y arenales, como sería más razonable reparar Tiempo Libre y devolverle su condición de alojamiento de gestión pública, para estudiantes, personas mayores o cualquier otro colectivo frágil. Valcárcel también se abandonó para instalar un hotel privado que nunca se va a abrir, el Instituto Columela, el más antiguo de la ciudad, como un personaje de Pirandello, aún busca su papel mientras sus piedras se desmoronan, la bellísima Estación de Ferrocarril rehabilitada hace poco sigue sin uso escondida de la mar por un tosco edificio que sí estaría muy justificado borrar de un espacio inadecuadamente usurpado. Pero demos una oportunidad a la razón, al menos ya se habla de muchos edificios vacíos en una ciudad que necesita alojar personas y actividades.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación