LA VOZ - EL APUNTE
Las eólicas tiran de los astilleros
Navantia empieza a recoger los frutos de la apuesta firme que hizo hace cinco años en favor del negocio offshore
La ausencia de contratos navales en 2009 obligó a Navantia a cambiar el rumbo y a buscar otros nichos de mercado con el fin de diversificar su producción. La gestión del entonces presidente de la compañía, Aurelio Martínez, fue clave para colocar a la compañía en la pista de salida más adecuada. Durante su mandato, corto pero intenso, se apostó de manera decidida por las energías renovables. Los astilleros iniciaron así un largo camino que, ahora, recoge sus frutos. Navantia no podía seguir anclada exclusivamente en la construcción de barcos. Los recortes internacionales en materia de defensa pusieron a la compañía contra las cuerdas, por ello era necesaria una nueva estrategia. La respuesta a esta situación crítica vino de la mano del negocio offshore.
Durante los últimos cinco años los ingenieros navales han investigado las posibilidades para participar en la construcción de los complejos eólico-marinos que se desarrollan, sobre todo, en el norte de Europa. El potencial de Navantia en este campo estaba aún por descubrir y conquistar. Los primeros avances dejaron muy claro que los astilleros españoles estaban de sobra preparados para producir la infraestructura que necesitan estos parques marinos.
El trabajo de investigación ha tenido su recompensa. Iberdrola dio la primera oportunidad a Navantia el año pasado al adjudicarle parte de la logística del complejo ‘Wikinger’, que promueve en aguas alemanas del Mar Báltico. De nuevo, la relación entre la compañía eléctrica y la constructora naval vuelve a pasar por un idilio que puede acabar en un contrato de obra. Iberdrola desarrolla en el Reino Unido uno de los complejos eólico-marino más grandes del mundo y necesita la infraestructura antes de 2018 para ponerlo en marcha en 2019. Navantia juega aquí un papel clave como proveedor oficial.
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