El volcán de Maroto

A la política ha de venirse enseñado y siempre prudente, no a vivir de la situación, porque es asunto muy serio

Enrique García-Agulló

Iba a hablar con ustedes del indigenismo sobrevenido de López Obrador, diz que digno cuarterón nieto además de cántabros y que, desde hace algún tiempo, le está dando fuerte a esa política de desprecio por lo hispano y de tan extraño aprecio por lo latino, ... que ya me dirán ustedes de dónde les puede llegar a ellos lo de la latinidad, pero ya buscaremos ocasión más adelante porque, con lo que está pasando en La Palma, no puedo dejar de poner mi atención en esa descolocada expresión que tuvo la ministra de Turismo.

A la señora Maroto, con la erupción del Cumbre Vieja, no se le ocurrió mejor comentario que decirle al mundo que ella esperaba que se convirtiera en «un reclamo para los turistas que quieran ver este espectáculo maravilloso», como si el volcán fuera la Cueva de Altamira o el Parque de los Alcornocales.

Al otro lado, la preocupación de los ochenta mil habitantes de la isla, sus casas, su ganado, sus plataneras, sus aperos, sus muebles, su ropa, toda una vida de memorias y recuerdos o de tantos esfuerzos que ven cómo están siendo engullidos por esa ardiente lengua de lava que avanza sin solución alguna, inexorablemente y sin piedad, destruyendo todo lo que va encontrándose, sin bombero que pueda apagarla ni UME que llegue en el momento preciso. Todo marchándose ante sus ojos lava abajo para siempre, poco a poco y sin parar, sin que se pueda hacer nada si no sea llorar lágrimas de impotencia y de dolor. Sin embargo, a la ministra le pareció un buen reclamo para el turismo, aunque después quisiera "matizar” su declaración.

En el Debe de la cuenta de estos ministros de Sánchez, no de todos pero sí en su mayor parte, se palpa esa ausencia de sensibilidad y sobra esas actitudes más propias de frívolos pijos que de gobernantes responsables. En su Haber, demasiados chapones y rayajos por tantas correcciones y excusas a destiempo. ¿Cuántas veces hemos visto en estos tres años afirmaciones que de inmediato se ven obligados a cambiar, declaraciones que ocupan lugar hasta en el Boletín Oficial del Estado para decir digo donde se dijo Diego o manifestaciones contradictorias entre los propios ministros o entre éstos y su presidente?

Esto preocupa sobremanera, con qué nivel de formalidad y de seriedad se cuidan nuestras preocupaciones por quienes tienen en sus manos la noble acción de gobierno y, aún más, la consecuente disposición de los caudales públicos creados con los impuestos que nos gravan. Menos mal que, cuanto menos, no tienen todavía un botón rojo que poder pulsar.

A la política ha de venirse enseñado y siempre prudente, no a vivir de la situación, porque es asunto muy serio. Nuestros gobernantes actuales tienen muchas veces un recorrido curricular ajeno a la realidad de lo gobernable, poco o nada rozado con el mundo privado del esfuerzo y del riesgo empresarial o del empleo desde el que rendir experiencias porque, la mayor parte. proceden de lo público o de la selección interna de su partido que no da para conocer bien la realidad severa de todo lo demás que está fuera de ese circuito, o sea, del empeño en saber invertir y construir empleo colaborando empleadores y empleados en que la nación crezca y se ocupe a la mayor parte de sus ciudadanos generando eso que tanto se repite, el producto nacional bruto, que es justo lo que los políticos no generan, así que con esos mimbres, una y otra vez desbarran con manifestaciones extemporáneas sin prever adecuadamente qué puedan sentir los que no han sido agraciados con la fortuna del cargo político retribuido y que son los que cada día abren el tajo en España, sin dejar expreso reconocimiento y agradecimiento a todos esos ejemplares funcionarios públicos que sí ejercen la función encomendada y están actuando en La Palma para mitigar el horror de la erupción de su volcán.

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