Enrique García-Agulló
La tanqueta
Todo se ha extralimitado con este asunto de la tanqueta, dándose una imagen para España de que las huelgas “a la gaditana” sean con tanqueta y violencia callejera
Los socialistas gaditanos no tienen suerte, les ponen desde Madrid los Diputados que ni son de aquí ni se les ha visto antes aquí. Me pregunto si será por esa constante de estos últimos años en los que, convocatoria tras convocatoria, desde que empezaron a ... perderlas, sus concejales iban abandonando sus escaños en busca de otros puestos públicos más cómodos en observatorios, empresas o agencias de la Junta cuando la gobernaban, en algún que otro gabinete o en la Diputación, razón para que Ferraz no se fíe y siga apostando por imponer candidatos de Madrid.
Diputados cuneros y dos de ellos ministros del Interior, aunque, el actual, la verdad, ha hecho pleno rizando el rizo con lo de la tanqueta, cosa que yo no sé si, por ejemplo, ha llevado a cabo antes en Cataluña con sus innumerables cortes de carreteras, tomas de aeropuertos o broncas manifestaciones callejeras donde sí que se queman contenedores por doquier, se rompen escaparates y cajeros, se destroza el mobiliario urbano o se pisotean los techos de los coches policiales.
La Transición empezó a cerrarse con aquel ex presidente prorrogado ahora en la república bolivariana pero “la nueva normalidad” nos ha llegado con el de ahora, el de la tanqueta, más ocupado en lanzar toda una batería legislativa ideológica que en los problemas de la Nación y, aún más, en sus pactos presupuestarios repartiendo favores a los que le apoyan, amalgama de izquierdas, nacionalismos y separatismos. Él en lo suyo, que si la ley de memoria democrática, que si sacamos a Franco otra vez o que si modificamos la ley de seguridad ciudadana, de modo que, a quien le sustituya, no le va a quedar más remedio que dedicar su primer consejo de ministros a derogar todo esto y resucitar todas las normas anteriores en el mismo día, como le pueda pasar al siguiente alcalde con lo del cambio de tantos nombres de calles.
Mientras tanto, y por si fuera poco, su ministro Diputado socialista por Cádiz, ese ministro de nombre Grande-Marlaska al que le ha echado un rapapolvo público otra ministra muy crecida pero de la otra cuota comunista, nos ha traído la tanqueta militar tuneada de azul a Cádiz frente a los manifestantes del metal.
Yo no quito razones a los manifestantes, pero tampoco me convencen mucho cuando, para arreglar lo suyo, desarreglan lo de los demás. El derecho de huelga es legítimo, indiscutible, imprescindible e inherente al trabajador, pero el mismo origen de la palabra indica lo que es, un paro en la producción o en los servicios. En defensa de sus intereses, los trabajadores cesan la actividad y, con ello, crean un problema a los empresarios para que también paren su labor y desatiendan los compromisos adquiridos. Ése es el pulso principal. De esa manera unos no van a trabajar sacrificándose al no cobrar sus lícitas retribuciones y otros tienen que seguir pagando sus créditos, sus impuestos y sus cargas sin poder hacer, producir o vender nada ni atender ningún compromiso, viendo menguar sus beneficios y que, cara al futuro, se cierna sobre ellos un clima de desconfianza del mercado y del capital, mientras que sobre sus trabajadores se extienda otro de solidaridad.
Al margen estamos quienes no somos parte de ese particular laberinto y que nos encontramos de sopetón atrapados en una contienda que nos dificulta nuestras libertades y el sosiego conveniente para una sociedad en la que seguir cuidando en paz a los enfermos en los hospitales, a los niños en sus escuelas o queriendo desarrollar nuestras propias y cotidianas actividades que, a la vista ha estado, aquí, con el ministro Diputado socialista por Cádiz, todo se ha extralimitado con este asunto de la tanqueta, dándose una imagen para España de que las huelgas “a la gaditana” sean con tanqueta y violencia callejera.
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