Sánchez y su sueño americano
Parece que se ha montado un viaje de propaganda a los Estados Unidos a cargo del erario español donde ha ido a hablar de sí mismo y hablar mal de la oposición
El presidente Sánchez tenía clavada una espinita bien dura, una picazón en su ego que le ha venido horadando su autoestima en estas últimas semanas y que se ha visto reflejada en ese brusco cambio de gobierno. Alguien tenía que pagar su disgusto y de ... ahí el desembarque apresurado de Redondo y otros más aunque, por la premura en querer cambiar la imagen, no supiera encontrar tiempo para doblarle el pulso a sus socios de gobierno, los comunistas, quienes mantienen en el mismo a todos sus ministros, hagan o no hagan su labor, lo que a juicio de muchos españoles y, posiblemente, a los de muchos socialistas, asombra que nada se acordara al respecto aunque sólo fuere para asentar su posición y no dejar muestra tan palpable de la hipoteca que contrajo con quienes no dormiría tranquilo ni una noche.
Pero volvamos a la actualidad. Su gabinete había anunciado a bombo y platillo que los responsables de las agendas de Sánchez y Biden habían convenido un encuentro entre ambos durante la reunión de la OTAN y desde Moncloa se tocaron clarines para que el pueblo y la oposición tomasen nota del encuentro, de esa nueva conjunción planetaria, como dijo aquélla. ¿Y en qué quedó? En aquellas tristes imágenes de menos de un minuto acercándose Sánchez a Biden sin ni tan siquiera lograr la efusividad de una mirada, todo por la foto. ¿Valen esos segundos para la primera imagen del presidente del gobierno del Reino de España con el presidente de los Estados Unidos de América?
Ahora, a las pocas semanas de aquel disparate político, arrojados al averno todos los que lo que a su juicio tendrían que pagar la culpa de tamaño desvarío, a juicio también de muchos españoles y, probablemente, a los de algunos socialistas, se ha montado un viaje a América sin visitar a su primer mandatario marcando de nuevo el error de protocolo y el aparente desequilibrio diplomático. Eso sí, se han tomado las mismas imágenes de nuestro presidente en NY que los cubanos cuando la visitó Castro, paseando por sus avenidas rodeados ambos de escoltas.
Tal como se están desarrollando las cosas parece que Sánchez se ha montado un viaje de propaganda a los Estados Unidos a cargo del erario español donde ha ido a hablar de sí mismo y hablar mal de la oposición o, también dicen que, sin compañía de ningún empresario nacional, para entrevistarse con inversores norteamericanos, buitres o no, pero dejando bien explícito que no iría a ver a Biden. ¿Cómo reaccionaria si, a la contra, viniera Biden a visitar nuestros astilleros o a hacer el Camino y no le llamara? Cuanto menos diríase que sería una desatención, una notoria falta de cortesía, como si cualquiera que pasase por su calle de usted entrara en su casa de usted y se aposentara en su saloncito o se metiera en el cuarto de baño sin haberle antes preguntado, ¿se puede?
No lo ha hecho bien Sánchez en esta extravagancia de querer camuflar su viaje con una campaña de captación de fondos inversores para España, buitres o no, contándole a los americanos lo bueno que es él y lo gritona que es la oposición, eso no es digno de quien debe gobernar para todos. Es muy partidista, muy de lo suyo. Él no ha ido como secretario general del PSOE ni tan siquiera volando en Plus Ultra, sino en el avión oficial del gobierno de España, como su presidente, a costa del dinero de todos los españoles. En fin, por lo menos esta aventura bien que se ha encontrado pronto con su pública penitencia ya que, en esta España nuestra del desconcierto, mientras él vivía su sueño americano, su vicepresidenta bien que ha dejado alto y claro que, si vienen esos americanos a invertir fondos, buitres o no, se van a encontrar con un montón de altos impuestos.
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