Enrique García-Agulló
San Esteban
España es verdadero paradigma de la intransigencia y de la ausencia de la convivencia pacífica, como la que llevó al diácono Esteban a su muerte por lapidación
Hoy es San Esteban, protomártir de la Cristiandad, que fuere perseguido hasta el final por defender sus pensamientos, de manera que, este humilde diácono de la incipiente iglesia, ha podido pasar a la Historia por ser el primer cristiano eliminado por defender sus ideas frente ... al inmovilismo dictatorial de las jerarquías de su país y del pensamiento religioso único preponderante en su sociedad, que no contemplaba la posibilidad de ningún otro, ni tan siquiera el de sus conquistadores, las legiones del imperio romano, que tardaron años en doblegar en algo el Reino de Judea y demás pueblos hebreos.
Estamos en tiempo de Navidad, fiesta cristiana por excelencia y tan excelente que ha conseguido que, prácticamente, todo el orbe celebre estas fiestas, unos desde la fe y otros porque hay muchas luces, porque se hacen y se reciben regalos, porque en países como el nuestro se cobran pensiones y sueldos extraordinarios, porque se come mejor que otro día, y se bebe, algunas veces demasiado, qué nos vamos a contar, porque se sale de vacaciones o porque todo el mundo expresa buenos deseos de paz. Por muchas cosas es buena, sí, aunque a veces se muestre también triste y melancólica para quienes lloran la pérdida de un ser querido ido recientemente o por la penuria económica de quienes ni tienen, ni han podido encontrar, ni se les ha querido ayudar a que sus familias puedan salir adelante con algo.
Pero, lo más curioso para mí es que también la celebran los que no creen en ella y que dicen que nada hay que celebrar, porque la celebran haciendo ostentación de que no la celebran y, tantas veces se esfuerzan por ello sobremanera en hacer lo contrario de los demás que ven en estos días ocasión principal de desear cosas buenas y de encontrarse de nuevo con amigos y familiares.
Empecé estas líneas con San Esteban porque se trata del primer mártir de la Cristiandad, otro mártir más de la intransigencia humana, política y social, y porque, en estos últimos tiempos de constante pandemia, nos estamos acostumbrando demasiado a que media España se tenga que conformar con la intransigencia de la otra media, como bien nos dejó dicho Antonio Machado, «españolito que vienes al mundo te guarde Dios, una de las dos Españas ha de helarte el corazón...».
España es verdadero paradigma de la intransigencia y de la ausencia de la convivencia pacífica, como la que llevó al diácono Esteban a su muerte por lapidación. Existe una España que ya no sé si urdirá en sus entrañas hasta el cambiarnos el nombre por algo que suene así como a federación de lo que sea, que es la España que está ahora en el lado oscuro de la razón política, oscuro por sus pactos de izquierdas e independentistas y, la otra, a la que no se le quiere escuchar. Esto es algo para pensar y, cuanto menos, para debatir entre todos pero es que hasta nuestros representantes en la soberanía nacional, en medio de esta horrorosa pandemia, destacan por su notoria ausencia en Las Cortes, que habrá que ver en qué ocupan ahora su tiempo cuando vemos sus escaños vacíos por mor de las medidas de distancia, como si no hubiera grandes foros en Madrid y los Palacios de Congresos en esa Villa donde albergarlos en su totalidad, porque los senadores y diputados fueron elegidos para llevar nuestra soberanía a las Cortes y, desde hace tiempo, ni van ni la llevan.
A este lado de la intransigencia está la otra España, pero que tampoco transige mucho entre sus propias corrientes y que no consigue que se les acepte ni una sola enmienda en ninguna de las importantísimas leyes con las que se nos está cambiando, como en qué lengua hablar y educarnos, cómo han de comportarse quiénes impartan aquí la Justicia, en cuándo y cómo habremos de morir, de qué forma constituirnos o en cómo construir un presupuesto ajustado con muchísimo menos gasto público y menos presión fiscal, porque, al fin y a la postre, lo público, para ser público, se tiene que hacer con nuestro dinero privado, presupuesto por impuesto. Demasiados cambios en tamaña y oscura pesadumbre.