Enrique García Agulló
Salud, dinero y amor
Si se le pregunta a un español qué es lo primero que quiere preservar, probablemente, en un altísimo porcentaje, te dirá que la salud
Si se le pregunta a un español qué es lo que le preocupa o qué es lo primero que quiere preservar, probablemente, en un altísimo porcentaje, te dirá que la salud, vamos, aquello de siempre que tanto se repite y tantas veces se escucha, salud, ... dinero y amor. Y, así, por este orden; lo primero, la salud, luego el dinero y, por fin, el amor. Un poco relativista, sí, pero ciertamente popular. Así se canta en muchas fiestas, se ha visto en alguna telenovela, o muchos articulistas lo han lo han utilizado como socorrido titular o pie de foto. Salud, dinero y amor.
Esto me hace pensar que llevamos ya en España más de un mes de confinamiento, de este ‘covidamiento’, mejor dicho, porque es por mor del Covid-19 que el gobierno nos mantiene encerrados en casa bajo apercibimiento de sustanciosas sanciones y mayores penas, aleccionados un día sí y un día no con las alocuciones del presidente entre las que alguna vez se cuela el vicepresidente segundo. Y es que llevamos más de un mes en casita, dieciocho días de abril y dieciséis de marzo, treinta y cuatro días, viendo cada día comparecer en la tele a algún miembro de este gobierno dizque progresista o a sus altos funcionarios, civiles o de uniforme.
¿Pero es de verdad tan disciplinado el español como para que más de cuarenta y siete millones de españoles y más de cinco millones de extranjeros residentes en España, o séase, más de cincuenta y dos millones de personas, nos quedemos tan tranquilos en casa a la orden del Gobierno? Yo creo que no está sólo la clave en la disciplina, que nos estamos quedando porque, hasta la hora presente, nos sigue preocupando mucho más la salud que el dinero y que el amor.
El dinero es como si no existiera, todos sabemos que está ahí, presumimos quien o quiénes lo tienen y detentan, pero al noventa y tanto por ciento de los españoles seguro que lo que más les importa es su dinero del mes, su nómina, su pensión, y no tanto los resultados económicos de las empresas ni las posibles inversiones de todo tipo que vengan o que se vayan.
El dinero que importa. Digo, es el de fin de mes porque ya luego alguien vendrá a arreglar lo de la fuente de ese dinero, el Gobierno o la patronal. Ese dinero no se sabe dónde está, ni se ve, ni se toca, pero el dinero del mes, sí. Y esto se va a tambalear porque el dinero que no es el del mes, el de las empresas, de los dividendos, de los autónomos, del campo, de la pesca, el del turismo, el que no se ve, ése es el que va a sufrir tremendo varapalo, ese dinero que no se ve que es de donde nace el dinero del mes.
Y, por último, el amor. Huyendo de algunos casos incívicos y crueles vamos a dar por bueno que mejora en este cobijamiento salvo ocasiones, que los padres están más tiempo con los hijos, que los hermanos descubren que en casa se pueden entender pese a sus diferentes edades, que las parejas comparten tele y amor… Ése es el amor de los vivos, de los que se ven, de los que se tocan, pero, ¿qué estragos se estarán germinando en ese amor que ya no se ve, el amor por los que se están yendo sin saber dónde fueron están ni cuándo irán al cementerio? Qué solos se quedan los muertos, decía el poeta. Amor que se va y al que no le has podido ni decir adiós.