Presupuesto y gasto público
Hay algo de lo que no nos hemos desprendido todavía, de esa tara, de ese afán tan feroz por enfrentarnos que mantenemos los españoles
La descalificación política general no tranquiliza. Más bien, entristece y desazona tanto como la prepotencia del que gobierna, sabiéndose además que, para estas situaciones límites, el espacio político español cuenta ya con aventajados adalides tanto en la derecha como en la izquierda y que, día ... por día, se ocupan de levantar el dedo para reñirnos muy engolados e impostados con flamígeros parlamentos.
La Transición venía de una España enfrentada, una sometida y otra pacificada, cosas que Cádiz aún no ha olvidado cuando en sus autobuses sigue visible la línea con destino a La Paz, evocación del origen del nombre de tan singular barriada de Extramuros erigida en los años 60 para conmemorar los 25 años de paz después de la Guerra Civil.
Se incorporaron generosamente a ella los que volvieron de su duro exilio y los que, por lograr un salario, habían tenido que emigrar en otro doloroso éxodo tanto a las regiones más beneficiadas por el franquismo como Cataluña, País Vasco o Madrid, como al exterior, lo que hizo encender ya la chispa de la España vaciada y transformó a muchas familias por el desapego a su terruño natural y tener que enfrentarse a nuevas lenguas o costumbres tan distintas como extrañas.
De aquellos 60, también surgieron el Concilio Vaticano II, el rock, los Beatles, los ‘hippies’, Vietnam, nuestros cantautores, nuestras huelgas, las revueltas estudiantiles, el vigoroso apoyo y mejor defensa de la igualdad de derechos y también demasiados gurús, esotéricas sectas o la droga que tanto daño ha causado pero que, con otras muchas cosas más, tras nuestra guerra y la mundial, nos predispusieron para ir al encuentro de toda clase de pensamientos y credos así como al deseo de integrarnos en lo que hoy llamamos primer mundo donde prima la democracia y el bienestar social que nosotros buscábamos con ansia. Queríamos y aún queremos muchos entendimiento y diálogo mutuos, un espacio de centro donde moverse y alternarse las distintas corrientes políticas.
Pero hay algo de lo que no nos hemos desprendido todavía, de esa tara, de ese afán tan feroz por enfrentarnos que mantenemos los españoles. Dicho en verso por Machado, de las dos Españas. Y no ya de dos, sino que, rizando el rizo en esta abrupta geografía política, ha resurgido de tal manera en la actualidad esta enemistad, que la política se ha quedado secuestrada entre una derecha que se desdobla y una izquierda que se estira en esa división interminable, aunadas por el común afán de no dejar levantar cabeza al adversario, todo bien aprovechado por el separatismo excluyente y retador.
Ahora, sin haber resuelto la deuda pública sino, todo lo contrario, agravándola muchísimo más, nos traen estos presupuestos que prosperarán en ese juego de alianzas entre lo que antaño fuera socialdemocracia, los neocomunistas y los nacionalistas egoístas a los que les importa un pito el común de los demás, pero son los presupuestos que tocan y el papel de la oposición no ha de ser sólo el de descalificarlos sin más, sino ser ágil e ilusionante dándonos ejemplo de ajustar el gasto a lo necesario donde gobiernan, animándonos en la reducción de tasas e impuestos en sus Ayuntamientos, Diputaciones y Comunidades, buscando ser solidario con las necesidades y propiciando para ello sus partidas oportunamente, imponiendo a sus poblaciones una fiscalidad ajustada a una excelencia en la gestión, desdoblar tantas funciones repetidas en tantas otras instancias y, sobre todo, dando cuenta de sobriedad y austeridad en sus políticos. En fin, atender lo necesario que demanda la sociedad y no la clase política porque, ya les digo, votar, lo que se dice votar, a quienes garanticen nuestras libertades, sean próximos y sensibles a los ciudadanos y nos cuesten mucho menos.
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