Enrique García Agulló
Políticos de gerundio
Ese tiempo verbal en el que son tan duchos los políticos que, cuando están en el poder, hablan en él y, cuando no lo están, lo hacen de modo imperativo, ya saben, ahora, «estamos haciendo» y, antes, «hay que hacer esto»
![Enrique García Agulló: Políticos de gerundio](https://s2.abcstatics.com/media/opinion/2021/01/23/v/covid-gib-kqv--1200x630@abc.jpg)
Hoy, viernes para mí aunque ya sábado para ustedes, les diré que he empezado el día algo desinflado, así como tristón. Como estoy ya jubilado y la vida social se nos ha recortado por la pandemia no más allá de esas plataformas «zoom», «meeting» o ... de las llamadas telefónicas «facetime», (qué horror de tanto anglicismo), mi primera actividad callejera se centra en el paseo con mi perra para luego volver a casa y ayudar en lo que pueda en las labores del hogar, abrir el ordenador, seleccionar viejas fotos, mirar el correo para contestar lo pendiente o leer algún libro que me traslade su interés y su intriga hacia un final que acaso pudiera yo presumir. Les diré que he pasado como ustedes las primeras veintiuna horas del día 21 de este primer mes del año 2021 del siglo XXI y las cosas siguen como van, qué les voy a contar que ustedes no sientan.
A primera hora, he escuchado la radio, he leído algunas versiones digitales de la prensa y he encendido el televisor para ver si pasaba algo nuevo, pero todo sigue igual, o peor. Cifras de contagio que ascienden y ascienden, vacunas que no llegan al ritmo esperado y que, encima, las que tildan de sobrantes, se las inoculan a esos políticos, funcionarios o asesores tan poco éticos como estéticos. Había pensado esta semana hablar de Filomena, la tormenta de frío y nieve que nos ha acompañado durante estos pasados días, de sus desastres y estragos. Y les iba a contar, entre otras cosas, que el nombre de este fenómeno invernal me trajo a la memoria a Doña Filomena, la del TBO, la suegra del Don Ulises con el que cerraba Benejám la contraportada de aquel semanario infantil con el que muchos casi empezamos a leer. Gran nombre para una tormenta, Filomena, el de la suegra de pueblo que hace ya casi un siglo se convirtió en profecía auto cumplidora de esa otra tormenta que está vaciando los pueblos de España pero ha ganado lo del gerundio, ese tiempo verbal en el que son tan duchos los políticos que nos gobiernan que, cuando están en el poder, hablan en él y, cuando no lo están, lo hacen de modo imperativo, ya saben, ahora, «estamos haciendo» y, antes, «hay que hacer esto», aunque les confesaré que muchas veces les agradezco que no usen el presente porque las cosas no suelen salir como nos dicen. Dos tiempos, dos posturas y poca acción. Cansa tanto esto que, a mi pesar, me ha hecho dejar atrás el otro artículo para hablar de estos gerundios.
Por ejemplo, en uno de los programas televisivos de este viernes, y como la cuestión se refería a dos temas que afectan a nuestra provincia, me quedé a escuchar y oí cómo la presentadora preguntaba a la ministra de Asuntos Exteriores por la continuidad o no de la base de Rota con la armada norteamericana y, claro, la ministra, en vez de dar una respuesta concreta, se fue por el lado oscuro de que eso son sólo bulos y rumores, que estamos hablando o que si nuestros militares ya están actuando conjuntamente. Y cuando después le preguntó por lo de Gibraltar pues, más de lo mismo, que lo están tratando para que todo vaya saliendo bien, después de lo que está cayendo con lo de la cepa británica. El imperio del gerundio. Al otro lado del Océano parece que las cosas cambian desde el primer día y, así, el nuevo presidente Biden ha marcado ya notorias distancias con las extravagancias de su predecesor Trump a través de una sarta de decretos, de tal enjundia, que han hecho que su país vuelva al Acuerdo de París, que no se salga de la OMS, que sus conciudadanos usen mascarillas o que se atienda lo de «los emigrantes soñadores», entre otras materias. O sea, que desde sus promesas en tiempo presente ha pasado a la acción inmediata sin concesión al gerundio. Y esto, de verdad, es muy de agradecer en tiempos de tantas incertidumbres y tantos gerundios.