Enrique García-Agulló
Oriente vs. Occidente
El Norte y el Sur están lejanos y son territorios más pequeños, pero Oriente y Occidente se mantienen próximos en una amplia franja del planeta en la que, desde hace muchísimos años, se vive en conflicto

Este fin de semana de cielo oscuro y lluvioso, melancólico y gris, me he quedado en casa viendo mapas y dándole vueltas a una esfera del mundo, tamaño de sobremesa, como es natural. En ese globo terráqueo vivimos unos cuantos millones de humanos que a ... lo largo de los años se nos ha ido clasificando, sobre todo, según sus cuatro puntos cardinales.
De este minúsculo planeta en la inmensidad del Universo aún no sabemos si existen o han existido otros iguales o similares creados de la nada por el Todopoderoso, según pensamos unos, o resultado de una suerte de afortunada e inexplicable conjunción de leyes físicas o químicas, según otros, que tengan o hayan tenido alguna experiencia de vida social como la nuestra que hoy día, dizque Putin advierte, podría echarse a temblar con el uso de algún arma nuclear de destrucción fatal.
Al tener este aspecto limitado por sus puntos cardinales, a alguien se le ocurriría en su día encasquillarnos en cuatro espacios. Los de un Norte rico, industrial, emprendedor, de personas blancas. Los de un Sur muy al contrario más tristes, con hambrunas, sequías o largas endemias donde alojar a los más desfavorecidos de la fortuna, más oscuros de piel. Un Oriente al Levante, no tan morenos, pero nada comparable con la blancura de los de arriba, para los que se adjudicó toda clase de fanatismos y hermetismos. Y un Occidente al Poniente culto, suficiente, respetuoso, racional, laborioso, germen de bienestar y abanderado, si no de todas, sí de las principales corrientes culturales que le han convertido en un icono en el que mirarse en aras de una autocomplaciente modernidad.
El Norte y el Sur están lejanos y son territorios más pequeños, pero Oriente y Occidente se mantienen próximos en una amplia franja del planeta en la que, desde hace muchísimos años, se vive en conflicto y donde ya no es tan fácil definir los límites ni por la llamada Europa del Este, ni por Japón o el Pacífico. Y menos ahora, a estas alturas dada la creciente globalización del planeta y la natural inmigración constante hacia ese Occidente en búsqueda de mejores posibilidades de subsistencia para tantas criaturas que se ven forzadas a salir de sus pueblos en busca de un paraíso económico tantas veces ilusorio.
De las cuatro partes del Mundo, Oriente y Occidente se vienen disputando ese amplio espacio del planeta que se dibuja prácticamente entre algo más arriba y más abajo de los Trópicos de Cáncer y Capricornio, siendo el Oriente el que más territorio gobierna y el Occidente el que mayor bienestar parece ofrecer.
Dicho esto, se han originado dos nuevos conflictos entre Oriente y Occidente, uno tan cruento y feroz como la invasión militar, la guerra, vamos, que Rusia ha emprendido frente a Ucrania para quitarle los territorios más próximos y, especialmente, los accesos a los mares Azov y Negro. Pero otro, un entendimiento demasiado callado entre Sánchez y el Sultán de Marruecos que afectaría a nuestra postura tradicional en la política sahariana,
Del primero ya vemos que Ucrania está siendo machacada con constates y crueles bombardeos que han obligado a un dolorosísimo exilio, amén de exigirle que no ingrese en la OTAN. Del segundo, se avisa ya de que los marroquíes empiezan a pensar en prospecciones petroleras en las aguas que discurren entre la costa sahariana y el archipiélago canario, amén de garantizarse la pacífica explotación de los ricos yacimientos de fosfato de la antigua provincia española.
En fin, escribo estas cosas hoy con preocupación y más me gustaría haber escrito algo sobre la felicidad del avance del uso de la lengua española en el mundo hoy, 23 de abril, Día señalado por la Naciones Unidas como el Día de la Lengua Española. Ñ occidental.