Enrique García Agulló
La Nueva Normalidad, ¿un salto adelante?
Aún no tengo claro a dónde ni cuándo tengo que ir o que llegar
Les confieso que estoy nervioso, realmente me siento inquieto, muy inquieto, porque ahora, a mis años, se me anuncia que me llevan, que nos llevan a todos, a esta nueva forma de vida que por llamarle de otra manera y querer así pasar al futuro ... dejará atrás lustros y lustros de historia compartida con mis congéneres de allá y de acullá. Compartida con el universo de mis paisanos, con inmigrantes y turistas, con mis paisajes, las playas donde me bañé, con los alcauciles que me guisé o los daditos de cazón en adobo que me comí, los senderos por donde caminé o con la ciudad por la que me afané. Voy camino a La Nueva Normalidad y aún no tengo claro a dónde ni cuándo tengo que ir o que llegar, como la discusión anual del cambio de horas, que si una hora antes que si una hora después porque, siendo la hora que es, esto de La Nueva Normalidad no sé si será con la llegada del solsticio de verano, lo que podría ser apropiado si uno cree en el designio de los dioses, o durante el mes de julio como cualquier revolución que se tercie, ya saben, norteamericanos del 4 de julio, franceses del 14 de julio, Franco y su 18 o Fidel y el 26 en Moncada. El caso es que si las cosas no cambiasen a última hora me espera como meta dirigida La Nueva Normalidad a pocos días vista y no sé cómo debo prepararme.
Espero que con esto de los nombres al menos no sea como fue lo del ‘Gran Salto Adelante’ que se inventara Mao Tse Tung, así llamado por los del plan antiguo y Mao Zedog para los del nuevo, ya que con tantos datos falsos y tantos políticos pelotas se llevó a China a una gran hambruna. Ni como lo de los cubanos, tan suyos ellos, que con tantos años de ejercicio revolucionario con un único partido político, han sido pertinaces maestros en esto de dar nombre a cada uno de los de todos estos sesenta que llevan gobernando dizque pacíficamente la isla con denominaciones de origen tan curiosas tal que Año de la Planificación, (1962), Año del Vietnam Heroico, (1967), Año del Esfuerzo Decisivo, (1969), o Año de la Emulación Socialista (1972), donde, ya ven, mezclan programación, geografía y credo político.
Esto de construir nombres nuevos gusta mucho en las revoluciones y, si no, fíjense qué laberinto les ocasionaron a los pobres franceses cuando sus revolucionarios cambiaron el calendario y tuvieron que aprenderse aquello de Vendimiario, Brumario, Frimario, etc… Cambio de nombres, sí, y también perpetuarse en el mando único, ora emparejados, Nicolás y Elena de Rumanía, Mao y Jian Quing de China Popular, ora con la instauración de verdaderos clanes familiares en la dirección de sus repúblicas, con Fidel y Raúl en Cuba o con los Kim en Corea del Norte, por citar algunos ejemplos.
En fin, a lo que íbamos, yo le pido a este gobierno nuestro de cada tele que nos retorne de nuevo de manera calmosa a la normalidad, que no se esfuerce en buscar nuevas normalidades, que al español lo que le apetece es tranquilidad y paz, sosiego y empleo, trabajo para él y para sus hijos así como una buena organización de la cosa pública y que, en casos como éste de pandemia, si se volviera a tener que estar alarmados, se hiciera con una sanidad bien gestionada, con todo arranchado, a son de mar, como dicen los marinos cuando van a salir, porque, señor presidente y señor vicepresidente segundo, los sanitarios españoles son de dulce, de verdad, son de dulce, bien formados, vocacionales y esforzados profesionales y que los que quizás no hayan estado tan bien preparados en esta tragedia han sido sus gestores políticos porque no les abastecieran debidamente ni en su organizaron logística. Por favor, déjenos ser normales de nuevo, que no está la cosa para nuevos experimentos ni nuevas normalidades.