Enrique García-Agulló
Miedo me da
Parece ser que, por fin, Sánchez pudo hablar con Biden y, además, podemos pensar que sin necesidad de pagar el copioso sueldo que hubiera cobrado su anterior gurú
Después de cómo se están poniendo las cosas en Afganistán con quienes se inmolan llevándose por delante las vidas de tantos inocentes, miedo me da lo de la foto del presidente hablando por teléfono supuestamente con el de los norteamericanos que debió tanto de alegrarle ... que se colgó de inmediato en las redes sociales. La ví en ABC y, ya no sé si fue en el mismo medio o en otro, las ya tradicionales disparidades de su puesta en escena entre Moncloa y la Casa Blanca. Cuestión de interpretaciones pero, como bien dice el refrán y pensaría el de la foto, nunca es tarde si la dicha es buena y la dicha ha tenido que ser de órdago por todo lo que se ha peleado maese Pedro para tener la conversación aunque haya sido por esta nueva tragedia humana.
Bueno, más allá de esas concreciones desde un lado y del otro del océano, parece ser que, por fin, Sánchez pudo hablar con Biden y, además, podemos pensar que sin necesidad de pagar el copioso sueldo que hubiera cobrado su anterior gurú.
Un éxito labrado no por la quietud ni por la amistosa relación presumible entre aliados, sino por las adversas circunstancias del momento, la necesidad de coordinarse para salvar a cuantas más personas y familias se pudiera y considerar la organización de ese rescate al final de una larguísima contienda de veinte años perdida ahora en menos de siete días con no sé ya cuántas vidas sacrificadas. Una guerra que se empezó por lo que se inició aunque, con el transcurrir del tiempo, se nos fue diciendo que en misión humanitaria se llevaban a aquella región montañosa los modos y maneras de Occidente para poner al día en estos usos a su población, principalmente a las mujeres que tan sometidas están al varón en aquellas tierras del Islam, y apoyándose en ese cuerpo pacífico de intérpretes que han estado trabajando para las naciones de este mundo que desde aquí pomposamente llamamos primero.
Y la cuestión que me ha hecho pensar no es lo que haga o haya dejado de hacer el gobierno que, aunque empezara tarde y a destiempo, con nuestros militares ha querido cumplir sus compromisos, sino la contradicción de la foto en una situación tan dura. A mí, salvando distancias, me retrotrajo a las que nos hacían en el cole cada curso. Yo conservo al menos tres y, una de ellas, ‘coloreada’. En las tres el profe de turno trataría de que me quedase quieto y atento a la cámara aunque nunca pudo ganar la batalla a las rebeldes puntas del cuello de mi camisa. Foto con el mapa de España detrás, algún libro y la esfera del mundo sobre la mesa, todo un clásico.
También nuestro presidente, en su foto de hablar con Biden, colocó a su izquierda unas carpetillas enriqueciendo el atrezo con un libro que por su lomo recuerda alguna recopilación legislativa, el ordenador y, ojo, la cartera negra de Gobierno en primer plano con el rótulo en la misma en letras bien doradas diciendo presidente
¿Es eso serio para un señor de su cargo en estos momentos tan graves? Miedo me da esa preocupación por lo suyo, por la imagen de su yo que le lleva hasta colocar en la mesa esa maleta y, encima, ponerla del revés, con el cierre fuera de su visión, pero sí en la de los que vieran la foto, como para que Biden se percatara con quién hablaba después de lo del fugaz paseíto. Demasiada atención a su imagen como para que le dé tiempo de pensar en los demás.
Mientras, fuera de escena, atónitos vemos en los informativos lo que está pasando en aquellas tierras o, agobiados contribuyentes al erario, vemos subir cada día el precio de la luz, el de los carburantes, la cesta de la compra o una pandemia celebrada por tanto insensato en ese abominable palabro que ahora se han inventado con lo de las «no fiestas».