Enrique García Agulló
Mesa puesta, cuestión resuelta
Pregúntense qué se podría hacer con todo ese dinero que cuesta este ministerio que se adjudicó la cuota de Podemos en el reparto de este carísimo gobierno de dos cabezas que nos vemos obligados a sostener y a qué precio
Se llama también Garzón, como el que otrora, con rango de secretario de Estado, fuera delegado para el Plan Nacional de Drogas y que accedió al poder como número 2 del número 1 con los socialistas de Felipe González. Otro Garzón en su lista. Éste ... es el actual ministro de Consumo del Reino de España.
Al ministro le siguen dos altos cargos, el secretario general de Consumo y Juego y el subsecretario de Consumo, con sus propios Gabinetes los tres, aunque el que lidera el del ministro tiene categoría de director general, no faltaría más. Si no estoy equivocado, del primero de ellos depende su Gabinete, la Dirección General del Juego, la Dirección General de Consumo, cuatro subdirecciones generales, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y el Instituto de Control de Calidad. Del segundo, amén de su propio Gabinete también, la Secretaría General Técnica, la Vicesecretaría, tres subdirecciones generales, la División de Tecnología, así como la Abogacía del Estado y la Intervención propias del Ministerio.
Por otro lado, en el Gobierno conviven el Ministerio de Sanidad, el de Transición Ecológica y Reto Demográfico y, aún más, el de Agricultura, Pesca y Alimentación, que algo tendrían que decir respecto a cómo vivir y lo que nos conviene comer a los españoles, amén de regular todo lo que aquí se cría y hasta lo que nos llega criado desde fuera. A todo esto, hay que añadir, por sus competencias y con el personal que a su cargo tienen, las correspondientes Consejerías de las Comunidades y Ciudades Autónomas, las delegaciones de Diputaciones y Cabildos o las Concejalías de los Ayuntamientos con todos sus servicios relativos al Consumo, así que ya saben, unan todo este personal público a este Ministerio con sus funcionarios de todo nivel, personal laboral, sus agencias y asesores y, por supuesto, el parque automovilístico con todos los conductores para recoger y llevar a tantas autoridades.
Hecha aunque sea por arriba la cuenta vayamos a la biografía del ministro que aparece en la página oficial de su departamento en la que sólo vemos que nació en 1985, que es Licenciado en Económicas por Málaga y que hizo un Máster en la Complutense con una única actividad profesional informada de «investigador en varias universidades» sin acreditar cuáles, más allá de que desde sus 26 años es Diputado en el Congreso en el que ha ido ostentando situaciones de nivel y portavoz parlamentario, con lo que no encaja muy bien su tiempo con el que necesitarían todas esas investigaciones que se dice.
Finalmente, no sé qué Ley haya llevado al Congreso de lo que le compete y ni tan siquiera si, con todo ese aparato que tiene, ha llevado a cabo pocas o muchas inspecciones ni cuántas hayan podido prosperar. Sabemos lo de la huelga de muñecos, las recetas saludables, el chuletón del presidente «en su punto» y, ahora, sus declaraciones a la prensa británica informando de lo mala que es nuestra carne o cuán crueles son nuestros ganaderos que, para vender más, aunque con ello también generen más empleos, hacen llegar más barata la carne a los hogares que no tienen para pagar esos chuletones presidenciales en su punto ni los solomillos de la boda del ministro. Pregúntense qué se podría hacer con todo ese dinero que cuesta este ministerio que se adjudicó la cuota de Podemos en el reparto de este carísimo gobierno de dos cabezas que nos vemos obligados a sostener y a qué precio. Ésta es la mesa que le pusieron a Sánchez y el menú que se tuvo que comer. Una fatalidad, pues ya me dirán ustedes qué haya hecho este ministro durante todo este tiempo que no se pudiera hacer desde otros ministerios, el dineral que nos está costando y lo que es peor, qué puede hacer aún ahí si no le cesan pronto y diluyen sus competencias entre otros departamentos.