Las mascarillas son para el verano

Sólo hemos cambiado de gendarme, antes tenía cuartel en Madrid y ahora lo tiene en Sevilla. Las reglas y normas de conducta sanitaria se dictan ahora desde aquí, que ya no desde allí, pero no son tan distintas. Primero se nos dice la conveniencia de usarlas y, de inmediato, se nos avisa de la obligatoriedad de ponérnoslas bajo advertencia de sanción de 100 € euros si hiciéramos caso omiso de ello además de, como si de un símil taurino se tratase, respetando siempre las distancias.

Este pasado día de la Virgen del Carmen hemos tenido una ceremonia civil y laica en memoria de los fallecidos en esta pandemia que se ha celebrado en la Plaza de la Armería, entre el Palacio Real y la Catedral católica de la Almudena. Se interpretó la música de un alemán y se leyeron versos de un mejicano. El Rey habló, una representante de los sanitarios y un representante de los familiares afectados, también.

Estuvieron acompañando a los representantes de los familiares de los fallecidos, amén de la Familia Real, las autoridades, distinguidos invitados de la Unión Europea y el Director de la Organización Mundial de la Salud que, al parecer, las pasó canutas para ajustarse la mascarilla, así como otras representaciones de los cuerpos sanitarios, de seguridad, de protección civil o de la Defensa. Todos comparecieron con mascarilla, muchas de ellas negras dada la ocasión, aunque el Director de esto de las Alarmas Sanitarias, el Sr. Simón, luciera una azulona estampada con tiburones, cosas suyas, como que el Sr. Vicepresidente, según destacaron los cronistas, acudiera sin corbata siendo así que a los Premios Goya, sin embargo, bien que acudió de «smoking» y con pajarita. Lo de la imagen, que es muy imperativa.

Lo del ascenso del Cádiz ha pasado, ya somos de Primera pero Cádiz ha salido como de undécima regional en todos los informativos nacionales por una turba de aficionados vitoreando al equipo a las puertas del Estadio Carranza, tan inmediatamente próximo a la Jefatura de la Policía Local, que, embutidos en sus elásticas amarillas o descamisados y agitando al aire con alegría sus camisetas esparcían sus efluvios sin respetar distancia y sin que se vieran muchas mascarillas aunque, me ha dicho gente que les gusta esto de la fotografía que en esto también es como en todo, que a lo mejor no era para tanto, que las imágenes salen como se las quiera sacar.

Lo cierto y real es que hemos entrado en la era de las mascarillas que parece que vienen con vocación de quedarse más allá del verano. Ocultarán nuestros rostros como esos pueblos que los ocultan de los vientos del desierto o por la religión y dejarán ver nuestros ojos, aunque a muchos además se les asome la nariz. Aprenderemos a hablar con ellas como también a escuchar con ellas y se convertirán en una nueva partida de nuestras cuentas domésticas, la luz, el gas, los seguros, los impuestos, la plaza, el súper… y, ahora, las mascarillas también, eso es lo que hay. Es muy posible que no sea para tanto y que se podrán llevar bien. A los españoles nos gusta mucho decir eso de que "la salud es lo primero·, así que, ya ven, como posiblemente las mascarillas van a durar ya más que el verano, hagamos bueno desde ya que "la salud es lo primero·.