El indigenismo y López Obrador
España no sólo llevó la Cruz y la lengua, llevó la ciudad y con ella la cultura, el comercio, las artes, la agricultura, la ganadería o ese monumento jurídico que fuera el de las Leyes de Indias
El indigenismo como praxis de la política está queriendo hacer creer en América que lo español es malo así que, antes de seguir con estas líneas, proclamo por delante mi afecto a los pueblos nativos de aquel continente así como mi interés por su capacidad ... de resiliencia y por la custodia de sus esencias. Los españoles sentimos por los hispanoamericanos aprecio y entendimiento desde la fraternidad, otra cosa es el populismo político. Yo mismo tengo muy buenos amigos en América y no nos dejamos influenciar con estos oportunismos. Sentimos un legado común que maridó sus orígenes con los hispánicos hace ya cinco siglos y que nos une más que nos separa.
Si un personaje como Cortés, con unos pocos hombres, algunos caballos y uno o dos frailes ganó Tenochtitlán, no fue solo por su esforzado empeño sino porque tlaxcaltecas y otros pueblos vieron la oportunidad de librarse así de la tiranía de mexicas o de aztecas. En Europa se sabe mucho de eso porque hemos tenido una historia llena de conflictos étnicos, religiosos, políticos o territoriales.
Coincidí con un expresidente americano visitando una exposición de arte centroamericano, muy amable y conversador. Hablamos sobre las independencias y, socarronamente, me dijo: «No tienen que sentir desapego de los centroamericanos porque ellos no se separaron de ustedes, se independizaron de los mejicanos». En sus territorios había más indígenas que criollos, como pasara en el Norte cuando en 1848, por el Tratado de Guadalupe Hidalgo, los mejicanos abandonaron a sus indígenas y rindieron el 55% de sus tierras a los norteamericanos. La Alta California, Nuevo Méjico, Tejas, Arizona, Colorado, Nevada o Utah.
España no sólo llevó la Cruz y la lengua, llevó la ciudad y con ella la cultura, el comercio, las artes, la agricultura, la ganadería o ese monumento jurídico que fuera el de las Leyes de Indias. Construyó ciudades de noble arquitectura y abrió puertos o caminos que favorecieran la comunicación y que aún siguen en uso. Precisamente, de las veintitantas Universidades que crearon los españoles, doce nacieron antes que la primera norteamericana. En 2022 podría cumplir su IV Centenario la Universidad de Córdoba fundada por los jesuitas en Argentina como en éste de 2021 la de Méjico 470 años.
Han pasado 200 años y sólo dos indígenas han llegado a la noble tarea de gobernar un país, Benito Juárez en la segunda mitad del siglo XIX y Evo Morales en éste. Son 200 años desde que son independientes, que se dice pronto, y encima nos echan la culpa a nosotros, como hemos vuelto a ver estos días desde Méjico, el país que más indígenas tiene, casi el 25% de su población ¿Qué han hecho durante estos dos siglos para generar ahora esta relectura de la historia? Porque durante estos dos siglos se han completado no sólo las independencias americanas sino muchas otras más en África o en Asia. Y hasta se han configurado nuevamente varios países en nuestra doméstica Europa.
La Historia ha seguido su curso con sus sombras y sus luces y aún con circunstancias tan singulares como las presentes en las que, a estos 200 años de su independencia, Méjico siga siendo gobernado por el nieto de unos gachupines oriundos de Cantabria y no por un indígena. O que, en los Estados Unidos de América, durante más de cien años, se hayan estado forrando y haciendo cajas supermillonarias con su cine enalteciendo las masacres de los indígenas mientras los blancos se quedaban con las tierras y ahí les tienen ahora, dignos indigenistas, derribando estatuas de frailes o de navegantes y cambiando las fiestas de sus calendarios.
Los españoles llevamos más de cinco siglos sin gobernantes musulmanes, 16 sin romanos o veintitantos sin fenicios ni cartagineses ¿Vamos a exigir ahora perdón a sirios, italianos, libaneses o tunecinos?