Enrique García-Agulló
A la hora del Telediario
En cualquiera de las cadenas se repetían las imágenes “en directo” de estas batallas campales que tanto daño están haciendo a la convivencia
Táchenme ustedes de panoli pero es algo, les confieso, que empecé a conocer ya con cierta edad, y me refiero a lo de los directos de los informativos de televisión. Confieso que no soy un estratega en informática y comunicación , que mi nivel ... es bastante sencillito y que lo tengo para lo que lo uso, para el correo, para buscar algún tema que me interese conocer, fuentes, citas, diccionarios, datos o para leer prensa digital que, por cierto, cada vez está más difícil porque hay que pelearse con las dichosas “cookies”, antaño para mí dulces galletitas y hoy, para los que saben de esto, un sistema más con el que nos van controlando día por día.
Así las cosas, viendo estos días los informativos de la tele, pensaba en el arte que han tenido los periodistas de coger "en directo” lo más fuerte de las algaradas callejeras con las que se han estado zumbando los catalanes en Barcelona o en cualesquiera otras ciudades del nordeste, circunstancia que también, aunque con menor incidencia, se han visto en otras ciudades del territorio nacional aunque allí sabido es que, siendo como son más que un Club, se dan diremos como que de otra manera.
Como al ritmo del poema lorquiano, al caer el día y dejar paso a la penumbra, a las nueve de la noche, «...eran las nueve, las nueve de la noche», en cualquiera de las cadenas se repetían las imágenes “en directo” de estas batallas campales que tanto daño están haciendo a la convivencia, que tan poca razón tienen de darse y que tanto están quebrando economía y empleos en los ya más que maltratados trabajos y empeños por querer resistir a flote y como se pueda en esta dolorosa pandemia que nos está sacudiendo sin piedad con tantos enfermos, con tantos sanitarios entregados y agotados, con tantas muertes alejadas de deudos y familias, tanto ERTE y con ese ambicioso afán del gobierno por meter a toda pastilla sus pensamientos políticos en leyes ante un parlamento debilitado por el abandono de diputados y senadores. Eran las nueve de la noche y la imagen de nuevo con el reportero o la reportera, intrépidos ambos, casco y micrófono en mano , metidos en una de estas desesperantes bullas entre incendios de contenedores, lanzamiento de adoquines o rapiña en los comercios. Y siempre a las nueve, a las nueve de la noche...
Yo empecé a preocuparme por la política hace tiempo, quizás muchísimo tiempo ya, desde muy joven, y casi les diría que hasta antes de entrar en la Universidad pero, a la vista está, debí de elegir siempre iniciativas cortitas de “parné”, donde todo era esfuerzo personal y propaganda casi artesanal, hasta que fui atraído por un grupo más potente, con gente que sabía muchísimo de informática, encuestas y estadísticas, de organizar las campañas como las que yo veía en las películas americanas, y empecé a darme cuenta de que, cuando a un gran líder le cogía su discurso en la proximidad de los informativos de la tele, alguien o algo le indicaba que le podía captar en directo y en ese momento adecuaba sus palabras al gran mensaje .
Pues bien, y a mi humilde parecer, esto es lo que pasa con toda esta violencia televisada en directo, que la cosa se pone cruda cuando llegan las nueve para que unos se sepan grabados en el delirio de su algarada y otros parezcan los más espabilados informadores que están a la hora justa en el sitio oportuno . Y, claro, de esta fatídica ecuación, de nuevo con toda modestia y reiterando como excusa mi discutible capacidad de entendimiento para los actuales medios de comunicación, cada noche, a la misma hora, siempre a las nueve de la noche, se nos da por pantalla todo este triste espectáculo más que cansino de alborotadores encapuchados frente a policías con escudo, defensa y casco.