Enrique García-Agulló
La fiesta nacional
600 millones de personas se pueden entender en el Mundo porque hablan español, pero aquí no
![Enrique García-Agulló: La fiesta nacional](https://s3.abcstatics.com/media/opinion/2021/10/16/v/BANDERA_DE_ESPANA-kMXH--1248x698@abc.jpg)
Cuánto envidio la serena y gozosa tranquilidad con que celebran tantos pueblos su fiesta nacional y qué pena ver cómo no se siente así la nuestra. Cosas nuestras, sí, que nos quejamos, día sí y día no, de la leyenda negra, pero que somos los ... que más hollín nos echamos encima. Sin embargo, en tantos países, la fiesta es de pacífica convivencia con sus celebraciones familiares y de amigos, pero, ay, en España, que es diferente, nos recreamos en la contraposición, en la enemistad, en el desprecio, en desearnos lo peor o en quemar símbolos y retratos.
600 millones de personas se pueden entender en el Mundo porque hablan español, pero aquí no. Aquí hay gente empeñada en disminuir esa cifra y no se entiende muy bien qué pretenden con la supremacía de la suya ni por qué hurtan a los suyos la magnífica oportunidad de poderse entender con tanta humanidad. Son los que, dentro del mundo hispanohablante, han hecho de sus periferias étnicas unos corralitos ¿Se imaginan ustedes a los nietos de estos independentistas intentando vender sus productos en América, en Guinea Ecuatorial, en el Norte de Marruecos o hasta en Portugal? Como mucho, se entenderían con los andorranos o con algunos franceses del sur.
Nuestra historia, la verdad, por rica que es, también es muy convulsa para tener un día que agrade a todos en conjunto. Primero, porque lo de nación cada día se discute y hasta en nuestras más altas cámaras se tiene que escuchar más de un escupitajo parlamentario al respecto y, después, porque hay regiones donde se castiga hablar o rotular en castellano. Puede ser dificultoso elegir una fecha porque hemos estado siglos dándonos palos unos a otros y, así, un 2 de enero agraviaría a los musulmanes, el 11 de septiembre sólo les gusta a los catalanes y los vascos, desde Sabina, siguen pendientes del calendario litúrgico católico para organizar su ‘aberri eguna’. Lo del Día de la Raza o de la Hispanidad, un despropósito por mor de Franco o del indigenismo. Y si es el del Pilar, por lo religioso.
La Ley 18/1987, de 7 de octubre, en su único artículo indica que «se declara Fiesta Nacional de España, a todos los efectos, el día 12 de octubre», lenguaje minimalista de calendario, que mucho me temo que, como van las cosas, a alguno de esos de los que Herrera dice que hay más en España que botellines, le dará por proponer quitarle el nombre por lo del animalismo ya que, entre nosotros, la Fiesta Nacional por antonomasia siempre ha sido la de los toros.
De manera que, en este país cada día más “antitodo”, habrá que ir buscando una fecha que a nadie disguste, y me da a mí que, en este siglo materialista, no nos a va a quedar mucho más que considerar ese día de exaltación con dos medios días, el de la Paga de Verano y el de la Paga de Fin de Año, que lo de Navidad ya no es igual con esa mezcla de magos y magas, los “santaclaus” o esos adornos eléctricos en forma de carámbano o de estrella, que tanto gustan a los ayuntamientos.
Yo apuesto porque sea el 19 de marzo por haberse proclamado ese día en 1812 la Nación española y la soberanía en la reunión de todos los españoles, pero no lo consigo así que, como consolación, de momento me conformaría con el Día de la Reducción del Gasto Público, una vez adelgazado el aparato oficial a lo sucintamente preciso de esa franca obesidad de tantos altos cargos, ministerios entrecruzados, tantos diputados y senadores, tantos gobiernos autonómicos con tantos parlamentarios, tantos diputados provinciales o concejales, tantas puertas giratorias, agencias y empresas públicas o tantos chiringuitos de recolocación de expolíticos porque, si así pasara alguna vez, íbamos a encontrarnos por fin con un verdadero Día del Mayor Descanso que a muchos otros más nos encantaría poder celebrarlo lo pongan cuando lo pongan en el calendario los que mandan.