Enrique García-Agulló
Felices Fiestas
El espíritu real de la Navidad ya no se palpa. Hasta los Reyes Magos están siendo superados por ese Santa Claus yanqui embutido en su uniforme rojo color
Es lo que se dice ahora en tantos pueblos y ciudades de España. Felices Fiestas desde colgaduras y banderolas. Felices Fiestas con estrellas de nieve, cometas o trineos colgados de los postes de la luz. Felices Fiestas que, de verdad, sirven para cualquier cosa. Aún ... vive en mí lo de Feliz Navidad o lo de Felices Pascuas. Y hasta lo de Próspero Año Nuevo, como rezaban las tarjetas que se cruzaban por estos días. Fiestas de Nacimientos y Belenes que hoy, si acaso, se sustituyen por «el Misterio» o por algún arbolillo artificial, mientras banderolas y colgaduras nos pretenden seducir con ese sin sentido hueco de fiestas que se invocan felices sin querer nombrar qué fiestas son, ni el por qué de esa felicidad.
Echo la vista atrás y vuelvo a otro diciembre, a 1978, triunfo de la Transición. Con todos sus errores, pero con todos sus aciertos. La que nos dio la transigencia, el entendimiento entre los diversos. Una época de paz para los españoles casi como aquella ‘pax romana’ en la que surgió la Navidad. Y, ahora, a los cuarenta y tantos años, como muchos de ustedes, nos vemos laminados por la nueva normalidad de la misma manera que con esa oquedad de esa felicitación que esconde lo que es la festividad real porque se nos echado encima otro importante fenómeno también de repudio, el que aparta el espíritu de la Transición por esa nueva normalidad que nos está llevando sin piedad a la intransigencia.
El espíritu real de la Navidad ya no se palpa. Hasta los Reyes Magos están siendo superados por ese Santa Claus yanqui embutido en su uniforme rojo color de la marca de refrescos de cola que lo diseñó y que cada año cuelga de más ventanas y balcones por nuestras calles. Ni los Reyes, ni el Obispo San Nicolás o ese Santa Claus del refresco ni el Papá Noel de las «Felices Pascuas», pueden competir ya con lo de «Felices Fiestas» y van quedándose arrinconados frente a los nuevos iconos del consumo que cada año por estas fechas sí que ilustran de prosperidad.
Encima, hoy priman las redes sociales y, llegados estos días, nos bombardearán otro año mas con tantos memes y mensajes reenviados, repetidos y despersonalizados huyendo de aquella sencilla tarjeta escrita a mano que se mandaba firmada por toda la familia. Las Felices Pascuas se fueron como ahora quieren que se vaya la Transición para que llegue la nueva intransigencia, que ya lo ha dicho la presidenta segunda del Gobierno estos días en el Congreso con lo de que las calles se incendiarían si ellos dejaran de gobernar en esta España que se diluye por el Norte y por el Este.
La nueva normalidad nos ha traído esta nueva intransigencia anunciada en sede parlamentaria de modo que estas Felices Fiestas no lo serán tanto. Y así está el personal. Los de Vox peleándose con los del PP favoreciendo el caos presupuestario, los del PP con los del PP, la de Podemos en campaña, los del PSOE dándole todo a los independentistas y los del PNV, como siempre, viendo a ver qué le trae la marea de los restos del naufragio.
Mientras, el volcán con su dolor y su ruina, las riadas, la luz que sube y sube, el campo que baja y baja, el desempleo, la carencia educativa, la inflación al galope o la deuda pública exponencial en manos de vaya usted a saber qué buitres sean. Aún más, el Gobierno convocando a los muñecos a la huelga, los sindicatos manifestándose por el Catalán frente al Castellano y los independentistas acosando a los niños que quieren estudiar en la lengua común ¿Qué clase de felicidad se puede desear en sus anónimas fiestas si no es que vuelvan estos intransigentes a la transigencia?
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