Se están yendo

Febrero tiene su Martes de las Candelas, un San Blas con las cigüeñas para ver si el año será de bienes o de nieves o una tarde noche de la víspera de Santa Águeda en la que cantan los vascos “Agate Deuna” que tanto me gusta escuchar . Nosotros ya estaríamos hablando de qué agrupación tendría más probabilidades de pasar a la final, pendientes de lo de la Pestiñada, la Ostionada o la Erizada.

Pero también, en estos primeros días de febrero, el Club Liberal 1812 habría presentado ya al Ayuntamiento su petición de acceder al monumento a Las Cortes para festejar otro año más el 19 de marzo con nuestra ofrenda floral en homenaje a ese otro gran monumento de convivencia, pacto de mutuo entendimiento, que quiso reunir a los españoles de ambos hemisferios. Tampoco habrá este año flores festivas en la Plaza de España porque la fiesta de libertad que, para nosotros supuso siempre dejar esas primeras flores de la primavera, se hará ausente por mor de la pandemia y por nuestros sentimientos de dolor y de respeto a tantos que por ella han ido yéndose. Ni tan siquiera el monumento tendrá la llama del recuerdo a sus pies porque ya hace años que resolvieron apagarlo y ahí se ha quedado sin fuego y oscuro , como una tumba abandonada ante la que nada se conmemora ni nadie se acuerda de recordar.

Esto que les cuento de las flores tampoco es baladí porque, este próximo 19 de marzo, sería el trigésimo noveno aniversario en el que las volveríamos a ofrecer a La Pepa arropados por nuestros amigos de los Clubes Liberales de Málaga, Canarias, Madrid, de la Sociedad el Sitio de Bilbao, de los asturianos de Clarín, de la Internacional Liberal y de tantos muchos más. Casi cuarenta años en los que, año tras año, fuimos consiguiendo que se unieran, primero el Ateneo Gaditano y después el Ayuntamiento. Treinta y ocho años que nos han hecho sentir un lícito orgullo viendo cómo a ese aniversario ya iban acudiendo el Senado, el Congreso, los altos tribunales, los presidentes de las naciones americanas, la Milicia, otros ayuntamientos y, particularmente, el pueblo gaditano con sus asociaciones y sus voluntarios de recreación histórica. Un camino largo pero constante hasta aquel glorioso 19 de marzo de 2012 que reunió a todos los altos poderes del Estado, el Gobierno, las Cortes, los Altos Tribunales, los Altos Mandos de la Defensa, el Cuerpo Diplomático de las naciones hermanas, todos con los Reyes a la cabeza, vinieron a Cádiz a festejar a La Pepa en su ducentésimo aniversario y los valores de una Constitución de unión aún estimada doscientos años después, gesto digno de permanente conmemoración por la singularidad histórica de un acontecimiento que no creo yo que se haya celebrado de igual manera en ninguna otra ciudad española.

Pero es que se está yendo tanto en la resaca de este doloroso trance que también se está llevando el apego a los valores de una Constitución para todos y que a todos iguale porque hoy vivimos una España separada entre los unos y los otros y, aún más, en las periferias, por otros “otros” que quieren ser aún más “unos”. Se palpa ya, por el empeño de esos algunos, que no sentimos todos ya en una misma lengua, que, aunque distintos, nos están haciendo distantes, que ya no vamos al mismo son y que nuestra Constitución de la reconciliación, heredera de aquélla que, precisamente aquí en Cádiz, definió en 1812 nuestra Nación como la reunión de todos los españoles, también se está quedando sin afectos.