Enrique García-Agulló

El espíritu del 18 de julio

Esta casta política que hoy detenta el poder cada vez la veo como más del Estado

Enrique García-Agulló

Muchas veces me he preguntado por qué no puede establecerse el liberalismo en España aunque ya, con los años, casi vaya aceptando que, mientras la cosa siga así, le va a costar trabajos estrenarse ya que, lo que de verdad gusta aquí a los políticos ... es mandar desde el Estado, un Estado cada vez más fuerte y más costoso que ellos suavizan con lo de la gobernanza que parece que suena menos duro que lo de gobierno.

Ahí tenemos Cuba, esa entelequia que según quienes nos gobiernan ni es una democracia ni es una dictadura. Cuba es el paradigma del Estado y aquí sigue gustando muchísimo eso del Estado al punto de que, hasta al propio Rey, gusta más nombrársele como Jefe del Estado pues, no en balde, el sentimiento de lo de ayer aún flota en el imaginario de muchos políticos, hijos o nietos de quienes fueran partícipes de la organización de lo que tuvimos los españoles durante treinta y muchos años.

Bueno, pues para ir preparándose para lo que venga, como si fuera una suerte de vacuna política, les invito a que pongan –cualquier día que se encuentren valientes– la televisión cubana que nos llega por su canal internacional, ya que ahí pueden encontrar el mejor ejemplo de lo que no es liberal y sí muy claro lo que es el poder del Estado. Yo la pongo como el que se toma un fármaco acerbo y veo en ella la permanente presencia de políticos y funcionarios que, sin que nadie les pueda contradecir, largan sin piedad lo infinito con mucho gerundio, que para eso la Cuba castrista es la isla del gerundio donde «todo se está haciendo». Véanla, si tienen oportunidad, principalmente por la noche, aunque también se repite una y otra vez durante el día. En una de las operadoras muy conocidas la encontrarán en el canal 456.

Sacaba a coalición lo del 18 de julio porque esta casta política que hoy detenta el poder cada vez la veo yo como más del Estado, como que les sale de dentro eso de querer controlar todo ellos y nadie más. Y pávido me tienen. Y, más aún, desde que ha estado diciendo el presidente durante su gira norteamericana que él es el único que trabaja aquí y que la oposición sólo grita.

Además del respeto a la oposición, tres pilares clásicos sostienen una democracia y los tres quieren sumisos. Uno, el Gobierno, que bien lo digo Guerra, que «el que se mueva no sale en la foto», aunque esto Sánchez por sus actuales hipotecas no lo tiene del todo claro ya que los comunistas no aceptan que disponga de sus carteras. Dos, el legislativo, en el que se unen todos en un mismo afán «dialogante» del rodillo y, tres, el judicial, que ahí los vemos, que ni se distingue entre Consejo, fiscalía o tribunales mezclando ordinarios con el de Cuentas o el Constitucional.

La dictadura del estado franquista tenía muchos funcionarios, hizo una seguridad social, generalizó la sanidad pública, creó su paga del 18 de julio, su sindicato, su Instituto Nacional de Industria, su TOP y elaboró también una legislación ideológica con lo del movimiento nacional. Ahora da que pensar el sendero que el gobierno ha emprendido para cambiar España. Más funcionarios, anuncio de paguitas, no sé cuántos observatorios agencias y empresas públicas, lo del ministerio de la verdad, los sindicatos afines y sus leyes de ideología. Todo lo contrario de una política donde se pueda vivir en desacuerdo pero entendiéndonos desde el diálogo real. Y es que, por muchos colores y ropajes que se pongan, el espíritu del Estado aún sobrevuela España con estos descendientes del régimen que, aunque hayan salido de aquella otra manera, llevan muy dentro de ellos el Estado, en lo más profundo de su ADN. Ojalá que con todo esto de su proyecto de ley de la seguridad a nadie le dé la idea de hacer resurgir ningún TOP, aquel tribunal de orden público que juzgaba conductas del pensamiento.

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