Enrique García-Agulló
Elecciones con Aragonés
Bien que se podría dar ahora una curiosa circunstancia para dejar en los cajones tanta desavenencia
Cuando los romanos llegaron a la Península Ibérica en busca de cartagineses, que de eso deberíamos tener siempre memoria los gaditanos, dividieron Hispania en dos provincias, la Citerior y la Ulterior, aunque después llegaran a más como para tener puestos donde colocar a más amigos ... en la política. Los musulmanes quisieron emprender un gran Al-Andalus y, la verdad, acabaron en no sé cuántas taifas pero los cristianos españoles , herederos de aquellos pueblos que ya vivían en diferentes pueblos y clanes antes de que los romanos llegaran aquí a unificarlos y de los godos que aquí se asentaran, surgieron también de varios reinos y condados para llegar a una única monarquía que llegó a extenderse por todo el orbe.
Dicen que la madre de todas las ciencias es la Filosofía pero yo le haría un pequeño guiño a la Historia y la nombraría, cuanto menos, madrina de todas las ciencias, como esa tía que hemos tenido en tantas familias, madrina de todos los hermanos, bendita pariente, consuelo de muchas penas además de una altísima montaña en afectos y cariños, pero es que la Historia como tal, en nuestra actual sociedad, parece que no puede aspirar ni a ese papel ya que, especialmente para los políticos, ha llegado a ser la perenne apestada por lo mucho que la eluden, la confunden y la ocultan, cosa que los españoles bien lo sabemos y lo sentimos por mor de la vara que de vez en cuando nos pegan algunos del norte y algunos del nordeste.
Bien que se podría dar ahora una curiosa circunstancia para dejar en los cajones tanta desavenencia si se pudiere avistar en Cataluña esa “conjunción planetaria” que ya anunciara aquella ministra de Rodríguez Zapatero aunque, sea triste pensarlo, siga siendo alarmante que no nos podamos fiar del todo puesto que, en esa parte del nordeste español, aún queda gente que es muy suya y a la que parece que cíclicamente les da como una pájara , pasan de sus paisanos que no piensen como ellos, salen a la calle y queman contenedores, se ponen de amarillo, dicen que son más que un equipo, repiten como un mantra que España les roba y se comunican con el resto de nosotros en los informativos con subtítulos, ya saben, como esa cosa del “karaoke”.
Se ha ido Torra y ha llegado Aragonés que, gracias a Dios, nos trae dos apellidos más fáciles de entender por el común puesto que el buen señor se llama Pedro Aragonés y García, y en funciones de muy honorable señor presidente tendrá que dirigir a nuevas elecciones esa tierra que antaño fuera romana, luego franca, que con Doña Petronila pasara a aragonesa y con Don Fernando tomara ya definitivamente el camino de las Españas, puerta de entrada a ese solemne concepto de la Nación española como reunión que tan bien se definiera en 1812 en Cádiz.
Torra, que nos ha dejado torrados, medio tostados, sustituyó a Puigdemont, “cerro del monte” y, éste, a Más, que ya tuvo sus más y sus menos. Estos tres honorables siguieron la estela de Pujol, “montículo”, demasiadas alturas y demasiado calor en los que aislarse. Pero con Aragonés tocan nuevas elecciones en las que poder bajar al llano sereno y conviviente por el que los catalanes que no son como ellos puedan encontrar la paz de los diversos, como ese histórico río que nace en tierras castellanas, baña riberas vascas, desemboca en tierras catalanas y ha dado seña de identidad a los aragoneses, españoles donde los haya y custodios de la Virgen del Pilar, ayer pilar de la Hispanidad y hoy pilar de la Fiesta Nacional. Seguro que muchos españoles de aquí y de allí, de este lado y del otro de La Franja, podríamos soñar otra vez con que eso pudiera hacerse realidad como ayer fuera pero, ay, Señor, ya nos lo dejó escrito en su profundidad el gran D. Pedro que bien nos conocía, y no el Aragonés sino el de la Barca, que «los sueños, sueños son»...