Enrique García Agulló
La Constitución y los otros
La presidenta de Las Cortes ha largado un zurriagazo dialéctico a los partidos que no son de su conveniencia que agárrate que vienen curvas
La presidenta de Las Cortes, por el aniversario de nuestra Constitución del 6 de diciembre de 1978, ha largado un zurriagazo dialéctico a los partidos que no son de su conveniencia que agárrate que vienen curvas. Regañina común para PP, Vox y Ciudadanos, sin mentarlos, ... pero que bien que se notó que iba dirigido a los que no son de la cuerda de su jefe de filas que, vuelta la burra al trigo, hizo abrir para él la puerta de los leones sintiéndose cada día más majestuoso en su posición de mando sobre los demás y de que así se sepa.
Comprendo que le fastidie la posición inquisitoria que muestran los de Vox quienes, haciendo honor a su aprecio por el latín, son mucho de aquel aforismo romano de «lex dura, sed lex» que, modestamente, para mí, no deja de ser más que frontera de la democracia, allí donde el diálogo tiene muy marcados sus límites porque lo ya pactado, por izquierdas o por derechas, se convierte en conserva.
La derecha más propensa a lo de que «hasta aquí hemos llegado» y, la izquierda, a lo de que «esto es lo que hay», cosa que para los políticos de las derechas, que son más trabajadores que los de las izquierdas y amantes de llevar las cosas a los tribunales, no se les hace difícil en un país como el nuestro donde la inflación legislativa debe de ser de las mayores del mundo, que ahí tienen el Boletín Oficial del Estado, los distintos Boletines de las Autonomías o los de las Provincias publicando día por día normas de todo rango para recortarnos cada vez más la felicidad a los españoles ¡Ay de aquel magnífico artículo 13 de nuestra primera Constitución!
Muy cauta ella, arremetió, sin nombrarlos, con los partidos ajenos a la alianza que son, en su opinión, los que judicializan la política como si eso de la judicialización fuese otra pandemia y los jueces y tribunales sus perversos virus. Mal que le pese, la Justicia tiene que atender a los que llaman a su puerta, como bien lo determina nuestra Constitución, y más cuando los otros dos poderes del trípode democrático, el ejecutivo y el legislativo, quieren campear a sus anchas y sin trabas. Cosas del equilibrio democrático.
Palabras más o palabras menos, su discurso que, dada su alta condición parlamentaria y representativa de todos los que en el Congreso están, dejó traslucir, como si de una fotografía fuere, el negativo y el positivo, y que por sus palabras siguen vivas las dos Españas machadianas.
En una pista de este circo los que quieren creer en los tres poderes clásicos de las democracias y, en la otra, todas las alianzas del Congreso de pactos, tantas veces contra natura, que no quieren saber de España ni de la Transición y, con ellos, los que, del partido mayoritario de esa alianza, no van ahora a arriesgar sus cómodos puestos. Todos éstos son los otros.
Por el momento, con sus alianzas y con los que no quieren perder el puesto en el PSOE de Sánchez, a estas alturas del partido, van ganando los otros.
También, el 6 de diciembre, celebran los niños holandeses que San Nicolás, saliendo de España, les lleva los regalos de Pascua a los Países Bajos, pero está claro que San Nicolás no se para al pasar por Cataluña donde, por estos días, un niño español está siendo amenazado y despreciado por los amigos de esos otros, sólo por querer estudiar en la lengua oficial del Estado en ese pacato 25% de la misma, como han dictado los tribunales.
Y se preocupa la presidenta del Congreso, socialista y catalana, de que algunos partidos judicializan la política, vaya tela, con el ejecutivo y su legislativo que tenemos.